De manera que no solo está imputado por el llamado caso Gürtel y toda España hace mofa, befa y chirigota de sus aireadas conversaciones con su amiguito Álvaro Pérez. Tampoco ha conseguido el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, mantener la cuota de valencianos en la lista para las elecciones europeas del próximo 7 de junio. Sigue, pues, José Manuel García Margallo (en el sexto lugar) y se sitúa en un lejano puesto 24 la oriolana Eva Ortiz, fuera de los de salida.

Algunos miembros del PP próximos al presidente daban el martes por seguro, hasta poco antes de que se hiciese pública la lista, que la presidenta de las Corts, Milagrosa Martínez, sería despejada hacia Europa. Incluso que el presidente despejaría a su vez al vicepresidente económico del Consell, Gerardo Camps, hacia la presidencia del Parlamento autónomo una vez quedase vacante. Si ésa era realmente la intención del presidente, no lo logró. Sea como fuere, la cuota se le reduce, especialmente frente a los socialistas, que mantienen los dos puestos de salida que tenían, ahora ocupados por Andrés Perelló, que cederá su escaño de senador autonómico a Leire Pajín, y la concejala de Elx María Ángeles Avilés. Ambos ocupan puestos de salida (12 y 15, respectivamente). Vicent Garcés también está, pero al ir en el número 26 está en una situación parecida a la popular Eva Ortiz.

No sabemos cómo acabarán estas próximas elecciones europeas, que son ensayo general de las autonómicas (y de casi todo). Pero es evidente que los tiempos en que Camps vivía la tranquilidad absoluta sobre su comodísima mayoría absoluta, sin nube alguna en el horizonte, han pasado a la historia. (Miré los muros de la patria mía, / si un tiempo fuertes, ya desmoronados, / por la carrera de la edad cansados, / por quien caduca ya su valentía.)

Puede que gane estas elecciones el Partido Popular, como dicen que dicen las encuestas. Y puede que también gane en tierras valencianas. Pero Camps, con la losa judicial encima y sin poder mantener cuota europea, no tiene grandes expectativas políticas de futuro. Ni siquiera aquí otea un horizonte político luminoso. (Salíme al campo; vi que el sol bebía / los arroyos de hielo desatados, / y del monte quejosos los ganados / que con sombras hurtó su luz al día). Y puede que todo esto no sea más que el principio.