Dice el refrán que «cuando el sabio señala la luna, los tontos miran el dedo». Y aquí estamos todos, mirando el dedo escabroso que ha destapado tres casos de acoso sexual en RTVV con el anterior secretario general, Vicente Sanz, como presunto culpable. Durante más de dos años, las trabajadoras denunciantes han protagonizado un particular descenso a los infiernos donde las vejaciones sexuales, las amenazas, las obscenidades y el miedo lo impregnan todo.

Las tres víctimas han quedado atrapadas en la telaraña que Vicente Sanz, primero como director de recursos humanos y después como secretario general, ha ido tejiendo en los últimos 15 años. Su nombramiento fue el pago al silencio que acompañó su salida de la dirección del PP en 1994, cuando se supo que estaba en el epicentro de la tormenta perfecta que era la financiación del PP y firmó aquella frase para la historia de «estoy en política para forrarme».

Investido de inmunidad por Presidencia empezó por hacer limpieza interior. Primero instigando listas negras, luego por métodos más científicos. De forma que a aquellos trabajadores críticos, sospechosos o poco propicios a la conversión los fue marginando, destinando a tareas menores o, simplemente, a ninguna tarea. Hay excelentes trabajadores de RTVV que han visto pasar meses sentados en una mesa sin recibir ninguna orden (en el derecho laboral a eso le llaman moobing). Ahora estamos hablando de acoso sexual, pero hace 15 años que se practica el asedio laboral.

Si miramos el dedo podemos decir que Vicente Sanz era, presuntamente, un señor feudal con derecho a pernada. Si miramos la luna nos encontraremos con un organigrama empresarial hecho a medida de quien aspira a controlarlo todo.

¿Quieren una muestra? Cuando el actual director general, José López Jaraba, compareció ante el consejo de administración para presentar su nuevo organigrama, adjuntó el consabido Manual de funciones de los puestos directivos. Ni que decir tiene que el secretario general es la figura que acumula mayor poder. De él dependen la subdirección económico-financiera, la contratación de personal, la negociación colectiva, los servicios jurídicos, el departamento comercial e, incluso, la nueva figura del controller, un cargo creado para la contención del gasto. ¿Qué curioso, no? El controlador aparece en el organigrama subordinado a quien debía ser objeto de supervisión permanente. Vicente Sanz le regaló una carpeta llena de trampas al nuevo director general.

En las tres páginas que recogen sus atribuciones (¿o habría que decir atributos?), Sanz atesora toda la política de personal en una empresa donde las últimas oposiciones fueron denunciadas por sospecha de fraude. Él mismo ha impedido la puesta en marcha de bolsas de trabajo, ha permitido que existan 800 contratos temporales, garantizándose la vulnerabilidad de los trabajadores, y ha ninguneado la reforma laboral que favorece la conversión de contratos temporales en indefinidos. Hechos todos ellos denunciados repetidamente por los sindicatos.

En esta maraña, la única forma de ascender en la empresa no era la cualificación profesional sino el arrimo al poder, o sea, a Sanz. Tanta proximidad ha llevado a algunos trabajadores a terrenos pantanosos de donde no es fácil escapar. Las telarañas se tejen con seda.

Y una ironía más. En el Manual de funciones, Vicente Sanz se encargaba incluso de «las medidas de prevención de riesgos laborales aplicables y de la protección de datos de carácter personal». O sea, quien debía vigilar para que no se produjeran el moobing o el acoso en cualquiera de sus formas no era otro que el ahora denunciado por acoso sexual y abuso de poder.

López Jaraba puede brindar cuantas veces quiera porque, una vez destituido Sanz, ha heredado más cuota de poder que la que nunca había imaginado. Los trabajadores respiran un poco más tranquilos y los sindicatos hemos de aplicarnos en llegar hasta el final. Y el final pasa por saber cuántas mujeres han abandonado RTVV fruto de una política laboral impropia de cualquier empresa, pero menos aún de una sociedad pública. Y por conocer quiénes fueron los responsables del equipo directivo a quienes acudieron las trabajadoras acosadas sin recibir apoyo alguno.

El señor Jaraba acabó el martes 23 de febrero con un cáncer, falta saber ahora si quiere combatir la metástasis.

Membre del Comité d´Empresa de RTVV per Intersindical Valenciana