Cómo va a ser inadmisible, si ya ha sucedido. Israel lo hace porque puede. No faltará quien afirme que Tel Aviv fracasó en su objetivo de desviar el convoy pacifista —o de turismo bélico— con un uso proporcionado de la fuerza, salvo que ése no fuera su objetivo. La exhibición de músculo homicida no estaba destinada a Gaza, sino a Teherán. La operación tuvo que ser aprobada forzosamente por Netanyahu, que ya dispone de una excusa para atacar Irán si le place. Washington silenció la matanza desde el primer momento, Europa callará paulatinamente. Israel se lo puede permitir. El tibio comunicado inicial de Obama —por cierto, tan equilibrado en sus «acontecimientos trágicos» como su reacción a la elección fraudulenta de Ahmadineyad— sólo confirma que Israel es el 51 estado de la Unión, por algo absorbe más de la cuarta parte de la ayuda exterior norteamericana. A efectos de Washington, la matanza del Mavi Marmara fue ejecutada por un capricho de Nebraska o de Idaho. De hecho, la invasión de Gaza fue aprobada en el Senado estadounidense a mano alzada, sin necesidad de un recuento. Entre los exultantes senadores a las órdenes de Tel Aviv, destacaban Barack Obama y Hillary Clinton.

La reacción internacional viene tamizada por la secreta envidia de los Estados poco soberanos —empezando por los europeos— hacia la patente de corso de Israel o Estados Unidos. No es mal momento para recordar que ningún tribunal puede juzgar a un soldado norteamericano, por grave que sea su crimen. O que los aviones no tripulados —drones— teledirigidos por la CIA matan selectivamente a líderes de Al Qaeda, familiares, amigos y transeúntes, cuando los verdaderos terroristas viven en Connecticut.

Tel Aviv tiembla al imaginar la reacción de Bruselas, que nombra explícitamente a Cuba para reprocharle su política de derechos humanos, pero omite la palabra Israel al denunciar el asesinato de un presunto terrorista en Dubai, a cargo de miembros del Mosad con pasaportes de la Unión Europea. Netanyahu puede recordar a sus socios inertes que el balance de muertos en la invasión de Gaza fue de cien a uno, en el sentido de costumbre. Los expedicionarios deberán agradecer la clemencia de su anfitrión.

Israel no es Corea del Norte, sino un país democrático aunque cada vez más radicalizado. La organización terrorista

Hamas —así consta en los listados euro-peos— es el partido político con más apoyo electoral del planeta. ¿Necesita el mundo otro conflicto armado entre ambos? La hipocresía de altos vuelos o diplomacia ofrece resultados decepcionantes, pero ello no obliga a los expedicionarios desarmados a tomarse la historia por su mano. La guerra es demasiado seria para dejarla en manos de los civiles y más de un país, empezando por Egipto, celebra íntimamente que Netanyahu mantenga a raya a los extremistas palestinos. En su tradición de obrar a sangre y fuego, Tel Aviv pagará un oneroso precio en imagen, salvo que Israel no está en el negocio de las relaciones públicas.