No caeremos en la broma fácil del «aunque la mona se vista de seda». Ni tan siquiera entraremos a valorar la nueva imagen de Canal 9, que así es como hemos de llamar ahora a lo que antaño fue Televisió Valenciana (un paso más hacia la despersonalización identificativa del ente para con el territorio al que representa). ¿Hay algo más impersonal que rebautizar a un canal (otrora a punto de convertirse en algo interesante, hoy devenido en contenedor de refritos), Canal Nou Dos? ¿Se imaginan que La 2 pasara a llamarse La 1 Dos? Pero, a lo que íbamos, que cada uno es libre de digerir como quiera el «colorado» giro gráfico-visual de RTVV. Ahora, de ahí a tratar de vendernos que lo remozado viene unido a un giro en la senda del Grupo… Que el proceso de degeneración al que ha llegado la que debería ser empresa pública valenciana de información y entretenimiento de calidad no se arregla con cuatro cortinillas. Que la credibilidad no se gana con dos sesiones fotográficas. Y con esos hechos continuados de manipulación y subjetividad, que sitúan los Notícies 9 en la órbita de los noticiarios progubernamentales cubanos y venezolanos, ocultando, sin ir más lejos, la comparecencia, el otro día, en el juzgado, de Carlos Fabra (perdón: «el president de la corporació provincial»), TVV no sólo alimenta el sentimiento de rechazo de una parte de la población que hace tiempo borró su sintonía del decodificador de la TDT, sino que provoca la vergüenza ajena y huida del propio votante del PP, abrumado al verse tratado como un pelele.

En cuanto al tema de la asfixiante bajada de audiencia, el argumento de la fragmentación es válido hasta cierto punto. Más que nada porque, cuando ofreces un producto, casi en exclusiva, tan sólo con un competidor (fútbol, Fórmula 1), y aún así consigues ser superado, incluso cuando son equipos valencianos los protagonistas, la verdad, tienes un grave problema. Y la solución no radica en buscar fantasmas donde no los hay, ni sombrear señales de otras cadenas. Ah, y una cuestión más, señor Jaraba: ¿Dónde está aquel defensor del espectador que prometió, meses ha?

Finalmente, calificar, en el sentido literalmente periodístico de la palabra de «tertulia», «debate» o «informativo», a esos formatos que deambulan por la rejilla de TVV es un insulto a la inteligencia. Ver a ciertos elementos del «aparato» televisivo del Consell defendiendo y presentando esos productos que huelen a pornografía periodística (la guinda se la lleva el equipo que acompaña al president allá donde vaya), sin mostrar un mínimo de retraimiento, es alarmante.

Y pensar que esta orgía fundamentalista, este genocidio ideológico y cultural practicado desde hace años, cuenta con la connivencia de muchísimos de los trabajadores de RTVV, por activa o por pasiva, invita al exilio. Que la excusa de la hipoteca es válida hasta cierto punto. Más que nada, porque decir aquello de «soy periodista, y trabajo en RTVV», hoy en día, vendría a ser como afirmar aquello de «he estudiado veterinaria, y me dedico a gasear cachorros en la perrera municipal». Eso sí, el eslogan, aunque plagiado de uno ya utilizado por TV3 años atrás (ridículamente curioso, ¿no?), lo han clavado: La nostra.