En cierto modo, Europa es un parque temático, un recinto en el que se han institucionalizado unos valores de libertad, igualdad social y tolerancia que no se habían dado jamás. El premio Nobel de la Paz a un dirigente opositor chino, arrostrando las iras de la gran potencia emergente, es un ejemplo supremo de coraje, pero también lo es, a su modo, y en un país que pica a las puertas de la UE, el del Gobierno de Belgrado, al proteger con 5.000 policías a los 1.000 manifestantes del primer Día del Orgullo Gay que allí se celebra, frente a la cólera de los ultras homófobos. El parque temático europeo es frágil, nadie se engañe, y las posibilidades de imponer su modelo de derechos al mundo, frente a todos los fundamentalismos, son escasas. Hasta es posible que acabe siendo una experiencia efímera en la historia de la Humanidad. Por eso importa tanto vivirla con la dignidad precisa.
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