Vuelo de regreso desde Oporto, vía Madrid. Salida prevista a las 16:40 h. En los paneles de aeropuerto Sa Carneiro no nos confirman la hora de salida del vuelo. Mal presagio. Y, en efecto, se cumplen las peores expectativas. Dos horas de retraso porque el avión que tiene que llegar desde Madrid no puede despegar. Dicen que por las condiciones atmosféricas «adversas». Es cierto que está pasando un frente frío activo esa tarde por Madrid, pero nada que no pueda superar la aeronáutica moderna. La realidad: el eterno problema de los controladores aéreos que sigue coleando para perjuicio de los pasajeros. Por fin llegamos a Madrid. Por supuesto, el enlace a Alicante perdido. Pero queda una salida: un vuelo tardío a las 22: 30 h. Nos cambian la tarjeta de embarque. Todo perfecto…o casi. De pronto en los paneles nos anuncian un nuevo retraso de hora y media. Qué guay ¡¡¡. En Madrid, tras el paso del frente frío reina un ambiente fresco y en calma. Pero por megafonía de Barajas una voz en off advierte que los vuelos previstos pueden sufrir retraso a causa de las condiciones atmosféricas «adversas». Sin palabras. Los viajeros pacientes asumimos con resignación las circunstancias. Es ya sábado por la noche. Se han perdido conexiones, reuniones familiares, encuentros de amistades. Pero eso no les importa. Y como suele decirse, las reclamaciones al maestro armero.

jorge.olcina@ua.es