Es simple s sencillamente erróneo poner nombre y apellidos a una crisis centrando el peso de la responsabilidad en una persona en vez de indagar en un largo proceso de acumulación de errores que implica a muchos actores, reglas e ideas. En «¿Cómo salimos de esta?» libro de reciente publicación de Nuriel Roubini —el economista norteamericano que predijo la crisis financiera global— dice: «las economías que han seguido políticas que fomentaban la burbuja inmobiliaria han sido las más vulnerables a la crisis». Así, tomando algunas de sus ideas, un factor esencial en la formación de la burbuja inmobiliaria es el dinero barato y abundante; el primero a causa de los bajos tipos de interés y el segundo por el ahorro procedente de economías exportadoras como Alemania y China. Pero esto por si sólo no produce la crisis.

Otro factor de la burbuja inmobiliaria es el comportamiento especulativo basado en la creencia que la propiedad inmobiliaria es una inversión segura que nunca baja de precio. En este sentido, aquí se gestó un clima de especulación desde las promotoras a los simples ciudadanos que veían una oportunidad de hacer dinero fácil, todo ello incluso sabiendo que el endeudamiento elevado es una conducta de riesgo muy desaconsejable.

A los factores anteriores se añadía que bancos y cajas competían por satisfacer tanto la demanda hipotecaria de las familias como la demanda de crédito de las inmobiliarias. Buscando no perder cuota de mercado elevaban el riesgo del sector e introducían innovaciones que inflaban la demanda de viviendas, tales como el aumento de los períodos de amortización, las tasaciones imprudentes, los tipos de interés reclamo,.. El conocido principio del padre de la teoría económica moderna, Adam Smith, relativo al funcionamiento del mercado según el cual los individuos buscando su propio interés o egoismo benefician a la sociedad tiene en este caso una de las excepciones que exigían una regulación cautelosa de la actividad privada por los poderes públicos.

Otro ingrediente del desastre es que como las comunidades autónomas y los ayuntamientos tienen la mayor parte de las competencias en urbanismo cabe pensar por ello que aquellas que aprobaban sin tregua nuevos planes de urbanismo más allá de la que requería la demanda basada en fundamentos como la renta, la población,.. tienen una responsabilidad importante en la gestación de dicha burbuja. Además, los ayuntamientos y las autonomías aumentaban su endeudamiento en la época de expansión cuando no hay manual que no diga que lo que corresponde es lo contrario. Esta fiebre transversal a la política española tiene sus excepciones: las autonomías cuyos gobiernos seguían políticas que favorecían la industria y la innovación como Navarra, el País Vasco.

Rodríguez Zapatero es bastante más responsable de omisión que de acción. La omisión de no haber enfriado la burbuja inmobiliaria. Pero ¿alguien pedía el enfriamiento? Tanto los efectos sobre el empleo como el grueso del déficit han sido predeterminados por el colapso de la burbuja inmobiliaria. La evidencia de ir a remolque de la crisis, los sucesivos pronósticos gubernamentales de recuperación económica inmediata (brotes verdes,..), las promesas incumplibles de no recortar el gasto público y otras medidas más desesperadas que improvisadas sobredimensionan la responsabilidad del gobierno de Zapatero y ocultan los factores de fondo de esta crisis: muchísimos actores con ideas equivocadas sobre el funcionamiento económico, instituciones políticas de baja calidad sujetas a intereses e incentivos que no están alineados con los intereses de la sociedad.