Sostengo que para sobrevivir en la sociedad actual hay tres saberes imprescindibles, dos de los cuales el sistema educativo no ofrece en absoluto y otro que, a pesar de formar parte del curriculum escolar, tan solo en contadas ocasiones logra el nivel de formación requerido. Me estoy refiriendo a la mecanografía, el carné de conducir y el dominio del inglés como lengua de uso.

Ya sé que alguno habrá dado un bote en su asiento al leer ese término de resonancias antiguas que es mecanografía pero se equivoca: la sociedad de la información y de las nuevas tecnologías, hoy por hoy, hace más imprescindible que nunca el saber escribir con todos los dedos y sin mirar al teclado, pues todo lo que queramos procesar en nuestro ordenador debe ser introducido previamente. Y contra lo que muchos puedan pensar, el paquete de software más complejo se puede aprender en pocas horas mientras que la habilidad mecanográfica tan solo se adquiere con esfuerzo y repetición y, preferiblemente, en los años jóvenes.

En cuanto al permiso de conducir, éste es un saber que la experiencia cotidiana ha convertido en una necesidad para acceder a muchas profesiones. Probablemente no sea una decisión inteligente la proliferación de vehículos en nuestras ciudades y buena prueba de ello son las dificultades enormes que la adquisición de coches ha creado en China en general y en Pekín en particular, donde los embotellamientos son antológicos y han dado al traste con la ilusión de modernidad y de velocidad que generó la industria automovilística. Pero lo cierto es que en España resulta difícil imaginar una vida sin la necesidad, permanente u ocasional, de tener que conducir un vehículo de motor y por ello, pienso que éste es un saber imprescindible que debería impartirse en la escuela y que no debería mercantilizarse.

En cuanto al aprendizaje del inglés como lengua de uso, creo que estamos ante uno de los fracasos estrepitosos del sistema de escolarización español. No entiendo que una escuela que ha apostado por el inglés como lengua extranjera y que invierte en su enseñanza una gran cantidad de horas y de medios, no sea capaz de dotar a los alumnos, al menos de la Secundaria y del Bachillerato, de los rudimentos de la utilización de esta lengua como forma de expresión y de comprensión oral y escrita. La realidad es que el inglés se ha convertido en el latín del siglo XXI y que el acceso a las bases de datos y la mayoría de las transacciones comerciales se realizan en esta lengua. Por eso, resulta imprescindible que nuestros jóvenes lean con fluidez en inglés, sean capaces de entender con claridad a quien les habla en esta lengua y puedan expresarse de palabra o por escrito en inglés.

Alguno pensará que el uso generalizado del inglés como segunda lengua es un handicap adicional para aquellos que no la tenemos como primera lengua. Déjenme que les consuele con el argumento de que podría ser peor si las circunstancias nos exigieran expresarnos en chino o en árabe. Además, resulta reconfortante cuando se revisa una bibliografía encontrar que todos escriben sus trabajos en inglés, pues ello facilita enormemente el acceso al conocimiento y el mismo argumento sirve para que tratemos de publicar nuestros resultados en inglés y no en español o en valenciano.

Espero haber proporcionado al lector motivos para justificar la importancia de los tres saberes a los que alude el título de esta columna y confío en que su lectura sirva de estímulo para potenciar una enseñanza práctica de la lengua inglesa en la escuela y la incorporación de los otros dos saberes pues, en definitiva, todos los esfuerzos en este sentido servirán para armar mejor a nuestros jóvenes para su acceso al mercado laboral.