Los máximos representantes de Escola Valenciana, una de las más potentes organizaciones educativas, cruzarán hoy la puerta del despacho oficial del conseller del área, José Císcar, por primera vez en 16 años. Tras más de tres lustros de desencuentro, esta entrevista necesariamente ha de estar enmarcada en el nuevo estilo que el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, pretende imprimir a la gestión de su gobierno, abriendo puertas para que el aire de la discrepancia corra por los pasillos oficiales después de años de encastillamiento y actitud a la defensiva de su predecesor, Francisco Camps.

No es fácil que la entidad que organiza las Trobades d´Escoles en Valencià movilizando cada curso a miles de alumnos, padres y profesores salga de la entrevista con alguna de sus reivindicaciones atendida, pero convendrá subrayar que el diálogo es la antesala del acuerdo y que no puede haber éste sin aquél.

La anunciada reducción de la presencia del valenciano en las aulas, con la entrada del inglés en los planes de trilingüismo y otros cambios, ha provocado el rechazo casi unánime por parte de los colectivos sociales y políticos implicados, hasta el punto de que el presidente Fabra declaraba el jueves sobre ese proyecto que «todo es revisable», cuando ese nuevo modelo educativo es uno de los argumentos más importantes del programa electoral con el que el PP ganó las elecciones. En cualquier caso, la cita de hoy confirma una nueva disposición a escuchar a agentes sociales que el Consell tenía desterrados.