«Tan bella, tan cerca» es la última obra de un ensayista novel, pero que se abre camino con una prosa límpida, vigorosa, sugerente, lírica. Su autor es un valenciano talentoso, con proyección. José Manuel Mora Fandos invita en este libro a escuchar con el alma, pues el lector sólo oye el susurro, una magnífica metáfora, de lo que es la vida: co-ser y en-cantar. No sé si la metáfora la toma prestada o es propia del autor. Tampoco importa mucho. Hila fino. Porque para coser, en primer lugar, hay que enhebrar: acertar a meter el hilo por el ojo de la aguja, tarea nada fácil. Sólo basta —y no es poco— con tener una mirada certera; un ojo de halcón, penetrante para vislumbrar, por encima o por debajo de lo gris, de lo anodino, la belleza de lo cotidiano. Tener vista, mirada atenta; y oído, delicado, afinado. Su observación perspicaz enhebra, una y otra vez, la aguja para, en medio de la mediocridad, dar un pespunte de belleza. Y eso no se hace al tun-tún: sólo quien posee la experiencia de lo vívido, de ese vivir tranquilo en medio del tráfago, puede permitirse el lujo de entrever lo que le circunda, aunque no sin silencio. Ese silencio compartido del nosotros, el co-ser. Porque, después de enhebrar, hay que tejer, trenzar la urdimbre. Labor de voleo, de aquí para allá. Co-ser es pasar, una y otra vez, engarzando, trenzando, mallando los hilos de la existencia. Co-ser es una tarea ardua, delicada y sensible, a la vez, aunque se corra el riesgo de pincharse; pero es también fascinación porque el resultado es una seda bordada, primorosa y delicada. Co-ser es entrar y salir con la aguja, llevando y trayendo el hilo de nuestra vida, que se entrecruza con los demás, dejando el propio hilo, dejando la vida, en la labor compartida.

En ese ir y venir de nuestra biografía, señala Mora Fandos que co-ser es «la incapacidad para ser auténticamente uno mismo, si no es con el otro». Porque sin el co-, el –ser queda amustiado, inconcluso, finado. Pero con el co-ser se puede incluso remendar las discontinuidades, las deshilachaduras y desgarrones que todo lo vital comporta, amén de trenzar y trenzarse en lo que vale la pena. Co-ser es también equivalente de en-cantado. De tal forma, que igual que el tejido está hecho de muchos hilos, el canto

—en cualquiera de sus maneras: presentes o ausentes los cantores— es un en-canto. Y afirma que «des-sen-cantado es pues sinónimo de des-cosido; y por qué alguien co-sido es aquél que ha alcanzado el en-canto de una plenitud vital».

Grupo de estudios de actualidad