Pongo la tele y, en los desayunos de La Uno, me encuentro a Ana Pastor entrevistando al portavoz del pepé en el Congreso. Me quedo. Nunca sabes dónde puede saltar la liebre. Me refiero no tanto a Alfonso Alonso en este caso como a la periodista, sobre la que el secretario de Presidencia de las Corts Valencianes, Ángel Mínguez, dejó caer camino del 20N en twitter que le quedaban cuatro pelás después de que la colega hubiera tenido algún que otro encontronazo con gente de peso en el partido. Esto conduce a que observes la puesta en escena de un modo especial por si en un gesto se detecta en cuál de las últimas pelás nos hallamos.

Aunque procuro no perder detalle no puedo evitar que, en ciertos momentos, la cabeza se me vaya a la tertulia nocturna de Radio Nacional del día de Reyes. De regreso tardío a casa, tras sobrevivir a la penúltima sobremesa familiar, oigo tan ricamente cómo despellejan a De Guindos. Los contertulios le reprochan que haya escogido el Financial Times para asegurar que exigirá a la banca 50.000 millones en provisiones extra con el fin de sanear el balance. «No me imagino al colega británico del ministro haciendo ese anuncio en un diario español», apostillan al cierre de la ronda. Ya, pero ayer, al FT, que no es un FT cualquiera, le da por acotar, de manera escueta pero categórica, que el Gobierno español ha tenido un noble start, un buen comienzo con sus planes de saneamiento del sector bancario.

Ana Pastor intenta acotar las respuestas del portavoz y éste se defiende del estilo punzante de su interlocutora sin mudar el rictus. Sigue a su bola y evita entrar al trapo de las cargas de profundidad que la conductora suelta para lograr que el invitado, el que sea, se moje. Son entrevistas que, gustarán más o menos, pero transmiten cierta tensión y es difícil que dejen indiferentes al espectador. Al partido que manda es pronto para saber cómo lo dejará y si ha aprendido a encajar o es que, por no haber, no hay ni para repescar a Urdaci.