Nada es casualidad en el Partido Popular de la Comunidad Valenciana teniendo como nuevo y flamante Secretario General a Serafín Castellano, un hombre hecho a sí mismo que ha sabido sobrevivir y mandar, contra viento y marea, en las procelosas aguas de su propio partido. Ha sido Zaplanista, Campsista y, ahora, Fabrista. Alberto Fabra ha abierto brecha y, como hizo Camps con los fieles de Zaplana, Serafín será el encargado de controlar un partido en el que hay cada vez menos presupuesto y menos cargos para repartir.

Fabra y Serafín para ello han elaborado un nuevo paradigma identitario con el fin de inmovilizar el voto de su actual base social: se trata de amarrar el voto valencianista pese a la que está cayendo en la Comunidad Valenciana, otrora referente popular, hoy sin peso alguno en el actual ejecutivo de Rajoy. Es la misma estrategia que utilizó Camps cuando se vio acorralado por la multitud de casos de corrupción y recurrió a envolverse en la Señera como si su cobijo conjurara todo los males. Al menos tuvo glorioso sudario. Como también lo fue la Señera de Blasco Ibañez, que fue donada por el actual presidente de Unió Valenciana a cambio de unos cuantos cargos y de su valoración en 50.000 euros. Negocio que, por cierto, llevó a cabo el propio Serafín Castellano.

Ahora, Castellano tira mano de Lo Rat y prepara el control total del partido para vaciarlo de infieles y contrarrestar el poder de Rus al frente de la Diputación de Valencia y los municipios que la conforman; y para preparar la sucesión de Rita y meter en cintura toda la estructura política de la ciudad de Valencia, la de mayor peso de todo el partido. Para ello cuenta con la voluntad manifestada («lo que el partido mande») de la valencianista Maria Ángeles Ramón Llín, primera tránsfuga de la extinta Unió Valenciana que marcó el camino de la traición a González Lizondo.

Castellano promociona desde ya a la Ramón Llín poniéndola al frente de la Secretaría Ejecutiva de Señas de Identidad estableciendo con ella ese nuevo paradigma con el que, como la Señera de Camps, se defenderán de las imputaciones por corrupción y de la ruina económica en al que está sumida la Comunidad Valenciana. Y con ella, la legión de tránsfugas y nominados exUV, los concejales en el Ayuntamiento de Valencia, Alfonso Novo, Mayrén Beneyto, Juan Vicente Jurado y Vicente Aleixandre, el senador José María Chiquillo, el diputado en el Congreso Vicente Ferrer, los diputados autonómicos Rafael Ferraro y Fernando Giner, el concejal en el Ayuntamiento de Castellón Gonzalo Romero, la alcaldesa de Turís Pilar Lozano, el alcalde pedáneo de Carpersa José Gil Barat, Vicente Martínez Marco, miembro del Consell de RTVV, Vicente Parra, concejal de Xàtiva, Enric Esteve, presidente de Lo Rat Penat, Valero Eustaquio, exsecretario General de Unió Valenciana, Joaquín Ballester, expresidente de Unió Valenciana y Lluís Bertomeu, chico de los recados. Vale la pena mentarlos a todos.

El PP sigue jugando con nuestra identidad y mientras en sus escaparates lucen los maniquíes de Lo Rat y exUV, la Academia Valenciana de la Lengua sigue humillándonos a los valencianos en colegios, administraciones y medios de comunicación cuando proclama a los cuatro vientos y eleva a la categoría de norma la mentira de la catalanidad de nuestros signos de identidad. ¿Es eso el valencianismo útil, moderno, inteligente e integrador de Serafín Castellano y los suyos? No, eso es una tomadura de pelo y una ruindad.