Guindos lucía una piel morena envidiable. La expresión de su cara era la del que ostenta poder y razón. Los ojos sin mirar, revirados. Altivo, tenso, como habitúa, anunció un rescate suave a la banca española por la troika, por mucho que negara que se trataba de un rescate que pagaremos nosotr@s. El FMI , BCE y doña Merkel han intervenido a España, tras la comparecencia de Rajoy contradiciendo a Guindos y denominando el rescate como «una línea de crédito incondicional para que fluya el crédito a las familias y a empresas». La verdad es bien distinta, los 100.000 millones irán a provisionar los activos tóxicos de los bancos. Rajoy estaba más blanco que la cal y con rostro de cordero. Nadie le presionó, contestaba jocoso a un periodista. Sin embargo, el presidente Obama le ha presionado hasta el hígado para que aceptara el rescate y recapitalizar a los bancos. ¡Ay, Obama ! aquel presidente aclamado por Europa, por el PSOE; el que prometió cambiar el casino de Wall Street y copiar a España la sanidad pública, el que agarró a Zapatero en mayo de 2010 y le presionó para que tragara con los recortes neoliberales... Y Rajoy negó las condiciones que le ha puesto el Eurogrupo a cambio del rescate que ha firmado. La última en la lista es rebajar las pensiones, aunque sería una medida muy impopular que explotaría contra él. Pero es una de las claúsulas del rescate suave, por más que lo nieguen Guindos en sábado y Rajoy en domingo. Ante la prensa continuó tratándonos si fuéramos más tontos que el asa de un cubo.

Salí a que me diera el aire, empachada de tanta mentira y tanta arrogancia. No deseaba enfadarme mucho, porque llevo bastante activo tóxico a mis espaldas de indignación, así que conté hasta cien para mis adentros, a la sombra de un olivo, en una calle donde corría una brisa fresca. Una vecina salió a mi encuentro, Isabel Massip Sagarra, demacrada. Le pregunté cómo estaba y me contó que Bankia le debía 30.000 euros y los intereses trimestrales que le prometió desde el uno de enero. La directora de la entonces sucursal de Bancaja, en 2009, le animó para que invirtiera todos sus ahorros en las acciones preferentes. «Es más —le aseguró la directora— yo misma he puesto todo mi dinero en las preferentes y pongo la mano en el fuego por ellas». La directora ha sido trasladada a otra sucursal. Isabel pagaba las facturas de su casa con el 7% de interés trimestral que le rentaba su dinero. Hoy, ni le han devuelto el dinero que fió a Bankia, ni percibe los intereses. Sólo ha recibido una carta y una llamada de Bankia ofertándole un crédito de 18.000 euros a un interés que ni se ha molestado en saber porque ha puesto el caso en manos de un despacho de abogados encargado de los estafados por Bankia. Isabel creyó a ciegas en la directora tras quince años de relación bancaria. El 9 de junio de 2012, muchos españoles creyeron en las explicaciones de Guindos y de Rajoy sobre el rescate a la banca. Un rescate incondicional. ¡Ja!