Convivimos en una naturaleza propicia a inflamarse de vez en cuando, en cuanto la agredimos o la olvidamos, y a causa de esto la hemos convertido en un riesgo para nuestros cultivos, infraestructuras, viviendas y vidas. En cualquier caso, nosotros somos culpables a la vez que víctimas. Víctima es también la verdad ya que, ante los rescoldos de madera recién quemada por los últimos incendios forestales, hay declaraciones inapropiadas por falsas o poco oportunas. Produce vergüenza ver el buitreo de gente aparentemente seria, advirtiendo más desastres futuros si no se hace lo que aseguran o proponiendo una lista de soluciones controvertidas si no contrapuestas. ¿Puede quien no conoce los principios de la termodinámica sugerir un sistema de captación y almacenamiento de agua de niebla como solución contra los incendios forestales? La ciencia, si lo es, debe ser conciencia.

He recorrido varias veces la carretera CV-580, que desde Millares lleva hasta la Muela de Cortes, envuelto en la niebla de invierno que protege del atisbo a un paisaje abierto y alto sobre el valle del río Júcar. Sin niebla, el escenario es impresionante con la contemplación de una sucesión geológica de miles de capas de calizas cretácicas, con arrecifes, huellas de dinosaurios y, por algún lado, el límite que en el pasado sobrepasaron los mamíferos para diversificarse hasta nosotros, la sociedad que quema sus bosques. En lo alto, una pista forestal bordea una carena que es un magnífico mirador sobre el valle en la cola del embalse de Tous. Un entrañable memorial homenajea a seis brigadistas y un concejal, todos ellos apellidados Sáez, que murieron en los trabajos de extinción del incendio de 1994. Todavía está, volcado junto al camino, el camión que transportaba a varios de ellos y, en sus alrededores hay cuatro lápidas que indican los lugares en los que fueron encontrados sus cuerpos. Puede reconstruirse fácilmente el escenario de la tragedia. Hoy, cuando a los funcionarios se los victimiza por una crisis con la que no tienen nada que ver, hay que recordar que como servidores públicos hay quienes arriesgan su vida por lo común, mientras que los que los castigan se arreglan su vida a costa de lo común.

Dos kilómetros más por el mismo carril, justo en el límite del término de Tous, un cartel de la Conselleria de Medi Ambient, Aigua, Urbanisme i Habitatge, anuncia un proyecto de actuaciones forestales para la ayuda contra la erosión y la desertificación en los montes de la Comunitat Valenciana, con un presupuesto de 6.747.208 €. El proyecto ha sido realizado con la asistencia técnica de MS Ingenieros, y ejecutado por la UTE formada por las empresas Los Serranos y Monroyo Industrial S.L. Han pasado algunos años, y nada; por esa cantidad de dinero no hay nada visible, en kilómetros a la redonda, que haya sido plantado excepto el cartel. No se aprecia ninguna obra de remoción del terreno que justifique ninguna actuación contra la erosión. Unas leves y fallidas plantaciones de pinos se insinúan junto a la pista, en zonas favorables de terrenos blandos margosos, reveladas solo por la presencia de las vainas que se usan para proteger pimpollos, caídas y vacías, sin vida.

No hay ningún indicio de retirada de árboles quemados, pues años después del incendio no debió quedar nada y en barrancos inaccesibles donde es imposible que actuaran estas empresas no se conserva ningún resto de madera. Todo por 1.124 millones de pesetas, «mil ciento veinticuatro millones quinientas treintaicuatromil pesetas» exactamente, del dinero que colectivamente generamos todos con nuestro trabajo de cada día. ¿Cómo se aseguró el resultado de esta inversión, que no ha producido nada distinto de lo que hay en todas aquellas otras zonas de la Muela de Cortes en las que no se hizo ninguna actuación? Más de 6 millones de euros para que romeros, espinos negros, aliagas y coscojas crezcan espontáneamente, sin apenas buscarlo, a pesar de la ordenada planificación de la Consellería. Los únicos árboles que han arraigado en la zona, por la mano del Hombre, son un pino y tres cipreses, en el interior de los vallados que protegen a dos de las lápidas en recuerdo de los brigadistas; y estoy convencido de que no se plantaron con este dinero. Es para pensarlo; y pensando quisiera creer que cada cuatro de Julio, desde 1994, el que fue Conseller de Medi Ambient entonces, y sus sucesores después, se han interesado por las esposas, padres, hijos y nietos de los brigadistas y del concejal; atentos por saber de una mejora económica, sobre el término con éxito de los estudios, tal vez de un nacimiento. Alegrándose en nombre de todos por el progreso familiar, como deuda y reconocimiento de una comunidad asistencial, organizada socialmente, solidaria y agradecida. Y algo más.

Hace dos campañas electorales un político valenciano, en una de sus asiduas y peculiares bravatas prometió la plantación de varios millones de árboles. El partido no ganó a nivel estatal pero sí lo siguió haciendo en el gobierno de la Comunidad Autónoma. Desde entonces han tenido oportunidades y dinero para hacerlo. La Muela de Cortes es un buen sitio para empezar a rectificar una promesa incumplida. Dieciocho años después de aquel incendio y casi diez desde la repoblación transparente, la montaña continúa yerma, esperando que alguien se interese de verdad. Les invito a visitarla, hay un cartel de hierro oxidado que asegura que hay seis millones de euros esparcidos en ella; aunque vayan atentos, especialmente los días protectores de niebla, en los que el paisaje se difumina. Aseguran que han visto el espíritu de un político Cfanfarrón condenado a plantar eternamente ectoplasmas de pinos.