No me negarán que resulta sorprendente que en un país con una enorme tradición agrícola, una extensa red de cooperativas agrarias y una dieta mediterránea sea casi imposible encontrar un kilo de fruta o de verdura por menos de un euro en la mayoría de las grandes cadenas de distribución. Esto es particularmente chocante cuando son públicos y notorios los bajísimos precios que se pagan en el campo a nuestros agricultores; por lo que uno acaba preguntándose si no habrá una conspiración de un grupo de intermediarios y especuladores para alterar el precio de las frutas y verduras y, si es así, ¿qué demonios hacen unos gobiernos, que nos torturan con el mantra de la austeridad, para evitar ese tipo de enriquecimiento ilícito y salir de una vez por todas en defensa de agricultores y consumidores?

El misterio de la transformación del precio que se paga en origen en un sustancioso múltiplo no es, con todo, el único asunto a investigar. No tengo la menor duda de que el Sr. Roig, al frente de Mercadona, es un hombre capaz, con fino olfato para los negocios y otro tanto cabe pensar de quienes estén al frente de grandes cadenas como El Corte Inglés o Consum y, sin embargo, ¿no han notado lo difícil que es encontrar frutas y verduras de buena calidad a un precio razonable en los establecimientos anteriores? Y el carácter perecedero no puede ser la razón pues, en general, ofrecen buen pescado y a precios comparativamente mejores. Además, ¿se han dado cuenta de la proliferación de pequeñas tiendas dedicadas al comercio de frutas y verduras alrededor de los supermercados? Se trata la mayoría de las veces de negocios familiares, gestionados por marroquíes, hindúes o pakistaníes que compran la mercancía en Mercavalencia y ofrecen, por lo general, excelentes precios y todo tipo de calidades. ¿Es que la inteligencia mercantil de los operadores de los supermercados no les da para interpretar la presencia de este tipo de negocios como un síntoma del fracaso de las grandes cadenas de distribución de frutas y verduras?

A los valencianos siempre nos quedarán el Mercado Central y el Mercado de Ruzafa, pero si yo gestionara una cooperativa agrícola me sentiría avergonzado de lo mal que cuidaba de los intereses de mis cooperativistas y de mi falta de iniciativa para proporcionar a mis conciudadanos fruta y verdura a un precio razonable en el que los márgenes comerciales no quintuplicaran el coste de producción pagado al agricultor ¿Alguien se da por aludido?occidental se pierde.