La justicia noruega ha sentenciado que Anders Breivik cumplirá la pena máxima de 21 años por asesinar a 77 jóvenes laboristas y herir a más de 250 en defensa de una «país étnicamente limpio» e infectado „según él„ por las políticas de integración de inmigrantes. Pero lo significativo de esta condena son las lecciones que nos dejan a los europeos: Breivik no está loco, y la ideología por la que cometió y con la que meditó a conciencia su matanza es real: son las ideas de la nueva extrema derecha; es decir, ya no se trata de un fantasma inventado por algunos becarios, intelectuales o periodistas. Ahora ya no caben negacionismos. Esta nueva ultraderecha nació en el norte de Europa con la aparición y consolidación de los partidos del «Progreso» en Dinamarca y Noruega a mediados de los setenta e incluso alcanzó el 22,9% de los votos en 2009 con un programa centrado en el rechazo a la inmigración, su criminalización, y la pretendida recuperación de la identidad nacional. Más tarde llegó a Italia, Austria, Holanda y a Alemania. Precisamente la hoy «antigua República de Weimar» se horrorizó a finales de 2011 con los crímenes cometidos por una célula nazi, junto con los errores en la investigación y la presunta complicidad con los servicios secretos federales. La propia Angela Merkel se disculpó públicamente y desde entonces se han sucedido las redadas contra organizaciones de extrema derecha, destapando organizaciones cargadas de armas de fuego, cuchillos, cartelería y material informático en más de 32 ciudades alemanas. Además, el ministro de Interior de la Sra. Merkel sentenciaba que estas agrupaciones son «racistas, antisemitas y un peligro para la convivencia pacífica» ¿Y en España qué? Por primera vez la Estrategia de Seguridad Española incluyó en 2011 estos extremismos como una amenaza real junto con el yihadismo. Sin embargo, parece paradójica esta referencia ya que en España, y más en la Comunitat Valenciana, la connivencia entre extremistas, poder político, económico, e incluso policial, parece evidente; lo comprobaremos próximamente en el juicio contra el grupo neonazi «Frente Antisistema», desarticulado en Valencia con más de 20 detenidos, donde conviven ex concejales y candidatos de España 2000 con otras formaciones como la extinguida Alianza Nacional e incluso miembros de las fuerzas armadas. Sin olvidar las causas pendientes que tiene José Luis Roberto y su partido por su propaganda racista. La justicia noruega ha recordado las «debilidades» detectadas en los sistemas de comunicación y la gestión de la información y los recursos policiales disponibles en el caso Breivik. Quizás nosotros deberíamos hacer lo mismo y seguir el camino que está marcando Noruega para salvaguardar la seguridad y convivencia democrática, mas que la ruta tomada por los presidentes Rajoy y Fabra con la destrucción del Estado de bienestar excluyendo de sus prioridades la otra bien gestionada política de integración de extranjeros e inmigrantes. El mejor regalo que pueden hacerle ambos a la nueva extrema derecha española y valenciana.

Investigadora en derechos humanos e inmigraciòn. Uiversitat de València