Si podemos terminar esta legislatura con el mismo nivel que se tenía cuando empezó, habiendo pasado el desierto que estamos atravesando, será uno de los éxitos más importantes que se hayan podido lograr». En esta tumultuosa semana que acabamos de pasar, la afirmación pudiera tener un cierto aroma futbolístico, pero desgraciadamente es del Sr. Llombart, conseller de Sanidad desde hace cuatro meses, a quien, hay que reconocer la trascendencia de su mensaje, mucho más que el sincope del Valencia SAD.

Aunque pronunciada en un foro con empresarios privados del sector, este encabezamiento no pretende hurgar en el fantasma de la privatización de la sanidad sino en su nada claro futuro. Las palabras del conseller coincidieron con otros temores parecidos, unos próximos como los expresados por los sanitarios madrileños, otros mas alejados como el anuncio de las clínicas de EE UU de dejar de dar quimioterapia a los pacientes con cáncer atendidos por Mudicare, el seguro federal que da asistencia a los mayores de 65 años, debido al recorte presupuestario que sufre desde el 1 de abril.

Empecemos con dos obviedades: a) La salud sí tiene un precio. b) Lo sanitario es competencia exclusiva de la Generalidad Valenciana (GV) como en el resto de comunidades autónomas (CC AA). Los euros que llegan a la GV no llevan la etiqueta de «soy para sanidad». Todos entran en la misma bolsa y se reparten. Puro ejercicio legítimo de acción política.

Recordemos ahora el estado de la GV a finales del 2012:

-Déficit: 3,45 %, más del doble de lo comprometido con la Eurozona.

-Deuda: 29.437 millones (sin contar empresa públicas) el 29,3 % del Producto Interior Bruto (PIB) a la cabeza de las CC AA.

-Caída del PIB (sobre el que volveremos mas abajo) y una previsión para 2013 de ser el mayor retroceso de todas las CC AA.

- Una tasa de paro del 28,1%, dos puntos superior a la media española.

-Incapacidad para hacer frente a pagos de proveedores y de otros colectivos.

-Imposibilidad de emitir nueva deuda; p.e. para la de cinco años se pide un intereses del 6,2 %, muy por encima del 4,75 %, tope máximo impuesto por el Tesoro.

-Necesidad de mas de 4.000 millones de euros de los 15.000 millones del hipotético nuevo Plan de Pago a Proveedores, sin los cuales tendrá que afrontar, en breve, una suspensión de puestos de trabajo.

No son datos aislados. En estos últimos años, la Comunitat Valenciana (CV) se ha empobrecido en cifras absolutas y relativas. Cerramos 2012 con un PIB (en euros por habitante) de 19.964 frente a la media nacional de 22.722, un 12 % menor que el español. Puesto que el conseller utilizó datos del País Vasco (PV) apuntar que allí el PIB es el 135,68 % del español, lo que significa que el PIB de un vasco equivale al 154,42 % del de un valenciano. Así como el PIB está medido, los datos sobre el gasto sanitario son menos y homogéneos lo que hace mas dudosa su comparación. Llombart habló de un gasto sanitario de 1.067 € por habitante en la CV y de 1.618 en el PV, un 51% mas. Otras estimaciones lo dejan en un 42 %. En cualquier caso, la diferencia es clara y alguien la calificó de «barbaridad», cuando el Gobierno del PV destinaba a Sanidad un 32 % de su presupuesto y la GV llegaba casi al 40 %. Extraño que nada se dijera nada sobre la diferencia del PIB entre ambas CC AA, del mismo orden de lo que ocurre con el gasto sanitario. Es obvio que, sin poner más dinero en la caja de la GV, la única forma de evitar la «barbaridad», pasa por asignar a Sanidad, partidas detraídas de otros servicios (dejar de hacer obras, olvidarse de apoyar al fútbol, cerrar facultades universitarias, etc.). Llegar aquí las cosas se ponen duras para los políticos, pero es algo que va con su sueldo.

El conseller argumentó que la «barbaridad» puede paliarse con la mejora en la gestión, una afirmación que nadie discute, aunque preocupa que se enfatice en una reunión con empresarios. Hablo de una «fórmula mágica» (sic) para mejorar el modelo, basado en tres ejes irrenunciables: «el paciente no debe notar el modelo de gestión o, en todo caso, notarlo para mejor; la Administración debe tener un ahorro y la concesionaria debe obtener un beneficio».

No es de rigor, confundir lo deseable con lo factible. Gestionar bien es, sin duda, importante, pero con la situación de financiera de la GV no es suficiente para enfrentar con solvencia el futuro sanitario. Por las crónicas de la reunión, allí no hubo coraje, ni para reconocer el efecto sobre Sanidad de la quiebra financiera de la GV, ni para verbalizar lo que los allí reunidos en realidad piensan: la gestión que hasta ahora se ha hecho ha sido ineficiente, la GV no sabe como mantener la sostenibilidad del sistema y recurre a lo privado, sin ninguna argumentación seria.

La GV está superada, los partidos políticos no saben como reaccionar y los valencianos de a pie están perplejos. Una hoja de ruta parece muy necesaria:

-Reclamar que dejemos de estar considerados como los PIGS del Reino de España.

­Exigir un cambio de financiación para la CV, tan necesaria a largo plazo como ineficiente para afrontar las urgencias de los próximos meses.

-­Explicar clara y pedagógicamente la situación a la ciudadanía.

-Adoptar un mecanismo para hacer soportable la deuda de la GV, incluida una quita de sus acreedores. El mínimo sanitario es más importante que Bankia.

-Preparar un planteamiento para el caso que la GV sea intervenida por el Gobierno Central, con los ojos puestos en Bruselas y Frankfurt. Nótese que, soberanismos aparte, ésta es una ruta que Artur Mas ha esbozado esta semana para Cataluña.

Aquellos que pretenden vender fórmulas, más o menos mágicas, deben explicar lo que aportan. Si tienen argumentos rigurosos, apliquemos sus recetas, ya que no toda colaboración publico-privada es perversa. Sin embargo, sí puede rozar la canallada que ejecutivos mariden con políticos sin usar el rigor y la verdad como metodología.

Para la sanidad de la CV viene tiempos duros. Tratemos de racionalizar las propuestas todo lo que sepamos y podamos. Por cierto, con mayor rigor que el mostrado en el episodio Valencia SAD. Con la salud no sirve aquello tan celebrado de «el fútbol es fútbol».