Estos mensajes telefónicos actuales de apoyo y de «amistad» reconocida me recuerdan la vergüenza, no ajena sino propia, del caso de los famosos trajes en nuestra Comunidad. Una evidencia negada que convenció a un jurado popular, perdón por la palabra.

Con este ir y venir de los teléfonos móviles están consiguiendo devaluar la amistad, y que quede enmascarada por unos afectos traidores, interesados e hipócritas. Le llamaba amiguito del hampa (perdón, del alma), pero era mentira. Ahora, el líder de turno le dice a Bárcenas que resista, pero le importa un bledo si resiste o no, en realidad preferiría que se lo tragara la tierra. Eres un cielo, añade a su esposa, pero quiere decir «no aceptaré chantajes de nadie».

Creo que a los amigos hay que tratarlos de otra manera, y reivindico la amistad como algo imprescindible, no circunstancial; algo profundo, no manipulado; algo duradero, no eventual. No les llamo amiguito del alma, la verdad, basta con llamarles «amigo», ellos me entienden y saben a qué me refiero. No les digo ¡resiste!, desde la poltrona del poder, sino que me voy a resistir con ellos, porque son mis amigos, y no les beso por delante y les niego por detrás. Soy un poco primario, es verdad, pero no me gusta que nadie tome el nombre de la amistad en vano.

En su afán de dirigirlo todo, no nos estropeen también eso. Nos han roto la enseñanza, la sanidad, los servicios públicos. Nos han recortado los sueños, las posibilidades, el presente y el futuro. Nos hacen la vida imposible con argumentos amañados y mentirosos. No nos quieran fastidiar también cosas tan sagradas como los amigos y amigas. Que nadie vea un modelo a seguir en ustedes y sus teléfonos móviles. Por eso vale la pena gritar que, más allá de mensajes torcidos, más allá de espías y de intereses, existe la amistad, esa que nunca estará al alcance de personajes mediocres que juegan con cartas marcadas, contaminadas por el poder.

Cobran sueldos y sobresueldos mientras piden austeridad, manipulan las reglas del juego para enriquecerse, prometen y no cumplen utilizando trabalenguas y ahora también quieren hacer creer que en alguno de esos rincones oscuros hay amistad. No, no digan amistad cuando quieren decir interés, y dejen que sigamos creyendo en nuestros amigos como tesoros imprescindibles para la vida. Va por ellos y ellas.