Angela Bachiller Guerra se ha convertido en la primera persona que accede al cargo de concejal teniendo una discapacidad intelectual, concretamente Síndrome de Down. Estamos ante un claro ejemplo de superación, de una gran luchadora, empeñada en romper las barreras sociales que se le han ido colocando, ya que fue la primera persona con Síndrome de Down en Castilla y León que consiguió un título de Formación Profesional, y además, en la actualidad trabajaba como auxiliar de administración en esa autonomía.

Sin embargo, detrás de este ejemplo, hay muchos otros discapacitados intelectuales que no alcanzando esa excelencia en su vida personal y profesional, pero que exigen un trato igualitario con el resto de ciudadanos. Así, resulta cuanto menos paradójico, que mientras Ángela es concejal del Ayuntamiento de Valladolid, muchos otros jóvenes con discapacidad intelectual tienen limitados sus derechos civiles. Son cerca de 80.000 las personas que, tras la declaración de una incapacitación parcial promovida para su mejor protección, se han visto marginados por una resolución judicial estandarizada y que comporta una visión retrógrada de la realidad cotidiana de estas personas.

Son innumerables los organismos internacionales que han reclamado al Estado español un cambio de mentalidad en esta materia, abogando desde la ONU o la Unión Europea por un afianzamiento en la protección de los derechos de las personas con discapacidad, exigiendo una revisión de toda la legislación, con el objetivo de garantizar que todas las personas con discapacidad, independientemente de su tipología, tengan derecho a votar y a participar en la vida pública en pie de igualdad con los demás. No estamos hablamos de una generalización arbitraria, más bien al contrario, lo que se busca es modificar el que hasta ahora había sido un criterio homogéneo de los Tribunales, para que el mismo se adapta a las circunstancias y capacidades concretas de la persona con discapacidad intelectual, como debería de ser lo adecuado en un Estado de Derecho.

En definitiva, la ilusión compartida con Ángela, es mucho más que el éxito individual de una persona con Síndrome de Down. Ella debe de ser una llamada de atención a las políticas gubernamentales sobre las discapacidades más severas, como intelectuales o enfermos mentales, a quienes se sigue tratando como ciudadanos de segunda, y además en este momento, están viviendo de una forma muy intensa los recortes sociales en dependencia o subvenciones a sus centros de atención.