La nación española, tal como la conocemos, es una nación con mucha historia. No en vano, somos una de las primeras Estado-naciones del mundo que se constituye como tal. Portugal formó parte de la Hispania romana, visigótica y árabe. Y más tarde, de 1580 a 1640 también se incorporó a la corona española, por derecho dinástico de Felipe II „hijo de la reina Isabel de Portugal„ hasta la rebelión del duque de Braganza. Hoy en día, hay un movimiento social importante en el país vecino que ve con buenos ojos la integración de Portugal en una unidad política con España. Entre otras cosas, para tener un mayor peso en la Unión Europea.

A este movimiento centrípeto se opone otro centrífugo. No voy a entrar en consideraciones históricas ni en otras romanticistas. Simplemente constato el hecho de la posible segregación de Cataluña a la que le seguiría el País Vasco. De hecho, ha sido éste el que ha tratado, con el plan Ibarretxe fracasado, de conducir un proceso soberanista; y ahora, en lo que parece ciertamente una estrategia conjunta, lo abandera Cataluña.

Al margen de procesos, consultas populares, plebiscitos, cadenas humanas, etcétera, es preciso saber que esto nos afecta a todos. Cataluña separada querrá tener la unidad de los reinos de Aragón, entre los que está la Comunidat Valenciana y las Illes Balears; además del Rosellón, la Provenza y el Languedoc franceses. No parece una alternativa viable. Mucho tendrían que cambiar las cosas (en Francia, claro).

Llevo tiempo pensando que, en efecto, no basta con la transición. Al fin y al cabo, fue un proceso más o menos rápido, pues se trataba de pasar de una dictadura a una democracia, sin traumas. Con sus muchos aciertos, hubo también algunos errores. Entre estos, está el famoso Título VIII de la Constitución que incorporó la actual división en autonomías (17 y dos ciudades autónomas) del mapa político español. Además, más o menos coincidimos en que no ha sido bueno este proceso desde muchos puntos de vista, también la actual situación económica se debe en parte a la dilapidación y enchufismo de las autonomías, cuando no al saqueo directo de las mismas, en sus instituciones, como por ejemplo, las cajas de ahorros.

Mi propuesta es bien sencilla. Necesitamos un proceso de reestructuración. Refundar democráticamente España. Y, en mi opinión, la vía más completa es precisamente la de volver a juntar las actuales autonomías. Por ejemplo, unamos la comunidad de Valencia con la de Murcia: la comunidad de Levante, se podría llamar. Ya somos más fuertes y plurales. La lengua no es ningún obstáculo, pues la comunidad de Valencia es bilingüe, por lo que no tendría mayor significación. Después podría venir Castilla-La Mancha, Baleares€ Igual podría suceder con Aragón y Rioja€ que a su vez€ hasta refundar España.

Y así daremos lugar a unas unidades políticas amplias. Al final, podremos llegar a un Estado con tres o cuatro circunscripciones. Apliquemos un federalismo asimétrico, si es necesario. O una confederación, como la helvética, donde todos se sienten suizos y la bandera está hasta en la sopa, con orgullo. Me parece que es la solución a tanto reino de taifa y al individualismo carpetovetónico. No he oído aún propuestas como éstas. Y he leído bastante al respecto. Pero no soy político ni constitucionalista. Un ciudadano normal.