Quedan poco más de doscientos osos en España, y los propiamente autóctonos o no reintroducidos, que se concentran en la cordillera Cantábrica, son unas docenas menos todavía. Sin embargo, hay a quien deben de parecerle demasiados, pues empieza a plantearse la rebaja del nivel de protección de la especie y, por tanto, la del castigo a quienes atenten contra ella. El mero hecho de que se plantee esa rebaja, aunque al final no se lleve a cabo, da la medida de nuestra parca conciencia conservacionista. Respecto del lobo la sensibilidad es aún menor, y en algunas zonas se plantea simplemente su exterminio. Oso y lobo tienen en el humano a su depredador directo, pero si acaba con ellos dejaría de serlo, por falta de materia prima. Ya que sería una quimera la renuncia a nuestra condición depredadora, el objetivo sería que asumiéramos la de depredador sostenible.