Será mejor que abramos los ojos de par en par, como las ventanas, y seamos conscientes de lo que está pasando. No solo la derecha desmantela lo que habíamos construído durante décadas, sino que la izquierda se desorienta sin ofrecer asideros. Un plumazo, un decreto, una ocurrencia, dan al traste con avances que creíamos a salvo. Y ahora les toca a los ayuntamientos.

Tal vez haya que redimensionar la Administración, no digo que no, pero hay que hacerlo desde la razón y la democracia. Sin embargo esas variables parecen no importar, y unas piezas clave en nuestra estructura, los ayuntamientos, pierden poder frente a otras obsoletas y de representación dudosa, las diputaciones.

Los alcaldes y concejales tienen cara para nosotros, los reconocemos, sabemos quiénes son más allá de las siglas de su camiseta o de los carteles electorales. Hablamos con ellos, podemos asistir a los plenos, presentamos reclamaciones, convivimos. En cambio, al presidente de la diputación solo lo conozco por el periódico y las parodias de Xavi Castillo. Y los diputados, no solo no sé quiénes son, sino que me cuesta entender por qué son diputados provinciales y qué estructura ancestral les conduce a la poltrona, con ese pluriempleo concejal-diputado. Los vericuetos indirectos y partidistas para llegar a la meta provincial, ya en sí mismo desautorizan una institución anacrónica.

Pero en lugar de hacer una fiesta de despedida y agradecerles a las diputaciones los servicios prestados, ahora quieren elevar su rango, desnudando a los sufridos ayuntamientos. Prefieren mangonear sin control alguno y alejar el poder de la ciudadanía, no vaya a ser que se contagie de cordura. Los ayuntamientos tendrán errores, sin duda, y conviene acotar ciertos aspectos, pero están a la vuelta de la esquina, gestionando los servicios directos. Por eso, en democracia, resulta imprescindible potenciarlos y darles protagonismo, no debilitarlos.

Recuerdo la maravillosa película de Berlanga cuando Pepe Isbert se asoma al balcón y dice una frase que vale más que todo un programa electoral: «Como alcalde vuestro que soy, os debo una explicación. Y os la voy a dar». Sabe que es alcalde, sabe que es nuestro, sabe que tiene la obligación de explicar y sabe que lo va a hacer. Impecable.

Ni una mención a la Diputación