Ayunos de las grandes marcas que daban lustre hasta hace poco al sistema financiero valenciano, hoy sólo nos queda preocuparnos de la evolución de las pequeñas cajas de ahorros autóctonas que han sido capaces de sobrevivir a los temblores que han sacudido al sector. Y hoy podemos decir que la progresión ha sido satisfactoria. Las cajas rurales, ligadas históricamente a nuestras cooperativas agrícolas, han conseguido superar las duras exigencias del Banco de España y las severas condiciones del mercado. Todas ellas han retornado a la senda de los beneficios al concluir el tercer trimestre de 2013. El ejercicio anterior, el de 2012, fue especialmente duro para las cooperativas de crédito ante la obligación de realizar importantes provisiones para cubrir el riesgo de los activos tóxicos que todavía comprometían sus balances. Como consecuencia de ello, trece de ellas arrojaron pérdidas, que en algunos casos fueron muy abultadas „Caixa Rural Torrent, por ejemplo, reconoció un déficit de 4,5 millones de euros„, pero esa etapa se da en este momento por concluida. El crecimiento registrado en un año es espectacular: Cajamar, entidad que agrupa a dos decenas de cajas rurales valencianas, ha aumentado sus beneficios un 2.179 %. Los nubarrones que se instalaron sobre nuestras cabezas al estallar la burbuja inmobiliaria no se han disipado por completo, pero el horizonte que se abre ante nuestros ojos ya no es hoy tan sombrío. La primera prueba ha sido superada. Ahora hace falta que fluya el crédito.