Noviembre parece dispuesto a salvar el balance pluviométrico de un otoño que se presumía muy seco por el anómalo comportamiento que tuvo octubre, cálido y nada húmedo en las comunidades mediterráneas, en las que los temporales de lluvias intensas no acudieron a su cita anual. Además, tiene toda la pinta de que el mes va a acabar con temperaturas por debajo de lo normal en la mayor parte de España, en lo que podemos considerar la primera ola de frío de la temporada. No es que los valores sean de récord, pero si se cumplen los mapas previstos se va a mantener el frío y las nieves volverán después del manto blanco que ya han dejado este fin de semana en numerosos lugares del interior. En ellos, además, la atmósfera ha regalado con generosidad esa nieve, que se ha ido fundiendo en cotas medias y ha supuesto un bálsamo para el suelo, que apenas había recibido agua desde las últimas tormentas estivales. Tal vez no nos equivoquemos al decir que este año nos quedamos sin otoño. En lo térmico, está claro que hemos pasado sin medias tintas del calor al frío, y en lo que concierne a las precipitaciones, aunque llueve junto a la costa, el protagonismo de la nieve en las serranías y el aire frío del norte dibujan tintes más invernales que otoñales. Recordemos que meses atrás apenas hubo primavera, porque prácticamente pasamos del invierno al verano. Da la sensación de que el clima quiere conformarse ahora con dos estaciones y no le da opción a la primavera y al otoño.