A los empresarios pirotécnicos les ha pasado lo que a los Erasmus con Wert: Industria ha cambiado las normas del juego cuando el partido ya había empezado. Últimamente, no ha habido año en que hayan podido levantar cabeza. La crisis económica ha hecho que ayuntamientos y festeros reduzcan de forma drástica su gasto en pólvora, y las cada vez mayores y necesarias medidas de seguridad han metido en vereda lo que en otro tiempo era temerario. Después de severas limitaciones administrativas en medio de la crisis, se les impone antes de tiempo una reforma de sus instalaciones para la que inicialmente tenían diez años de plazo. Y a diferencia de lo que ocurrió con los Erasmus, pocos han salido en su defensa durante una larga semana. Quienes crucificaban a un Gobierno de signo contrario por un quítame allá un «tro de bac» han callado siete días ante los suyos. Peleas más fútiles como la del 21 % del IVA de las Fallas parecen haber gastado su pólvora.