Unos se marchan, otros se desapuntan, otros se hacen autónomos. El paro registrado baja más de lo que sube la afiliación al régimen general de la Seguridad Social. En este último apartado, el diciembre de 2013 ha sido el mejor diciembre de los últimos años, simplemente porque ofrece cifras positivas en relación al noviembre. Si la comparación se hace con el mismo mes del año anterior, hay caída, aunque la menor desde 2008.

Y si se toman las medias anuales, la de 2013 es de medio millón menos de cotizantes que en 2012. Ponemos de relieve los datos de cotización, y no los de paro registrado, porque indican lo que realmente cuenta: cuantas personas están efectivamente trabajando en blanco, es decir, pagando sus cotizaciones y sus impuestos.

El trabajo negro también contribuye a la economía en general, pero no al sostenimiento del estado: de las pensiones, de las escuelas, de los hospitales y de la seguridad ciudadana. En un país donde cuatro de cada diez euros del PIB pasan por manos públicas, el detalle es substancial. Aunque lo mejor sería que no existiera esta laguna oscura distorsionando el bienestar y la estadísticas, las cifras de cotizantes son mejor indicador que los dos datos del paro por tres razones: porque el paro registrado no recuenta todo el paro real, porque la EPA es una encuesta y por lo tanto puede ser desinformada por los encuestados, y porque para saber si vamos en la buena dirección hay que poner en relación dos magnitudes: los ocupados y el censo. Los primeros, que son solo una parte, sostienen al segundo en su totalidad. Todo sale del trabajo, del valor añadido en la cadena de extracción, elaboración, distribución, sea de lavavajillas o de placeres musicales.

Si los 64.097 afiliados más (en todos los regímenes) de diciembre en relación a noviembre no son una anécdota sino que marcan la tendencia de los próximos meses, la dirección es la buena. Si son un accidente y la cifra significativa es la media anual, con sus 553.695 afiliados menos que en el año anterior, ya no vamos tan bien.

En cualquier caso, estas cifras son más relevantes que los 107.570 parados menos de noviembre a diciembre, con su parte de extranjeros que han vuelto a sus países, de españoles que se han buscado la vida fuera, y de desempleados sin subsidio que pasan de unas oficinas escasamente eficaces a la hora de encontrar empleo. Por algo el lenguaje popular las conoce como «oficinas del paro».