Hace una semana, en la primera parte de este artículo, se comentaba que la evolución tecnológica también ha llegado al mundillo de la meteorología y que, viendo la oferta laboral al respecto, en un futuro próximo la figura del hombre del tiempo podría estar en peligro de extinción, cual lince en la península Ibérica. Como ocurre en la naturaleza, si una especie no se adapta puede desaparecer, y hoy en día, muchos de los jóvenes aspirantes por vocación a ejercer como hombre del tiempo, están cayendo en la cuenta de que, las puertas para acceder al mundillo de la meteorología sólo se abren con conocimientos avanzados de lenguajes de programación informática. Además, una vez flanqueada esa primera barrera, el trabajo poco tiene que ver con la predicción del tiempo tradicional, ya que el criterio humano en la predicción diaria va contando cada vez menos. No obstante, ¿podemos permitirnos el lujo de hacer desaparecer el factor humano en la predicción meteorológica?

Hasta que no llegue el momento en el que la meteorología sea considerada una ciencia exacta, en la que los modelos de tipo determinista sean capaces de dar un pronóstico fidedigno de las condiciones meteorológicas a una semana vista, el papel del factor humano se hace fundamental a la hora de interpretar aquello que muestran distintos modelos de predicción numérica; que por si solos, ni con el mejor informático programador del mundo, son capaces de afinar un pronóstico al detalle como un hombre del tiempo experto del lugar que se requiera. De hecho, es en muchas ocasiones esta propia tecnología, la que lleva a confusión tanto al meteorólogo, quién debe discernir a partir de su experiencia entre las varias opciones que se le plantean; como a la gente de a pie, que consulta las distintas aplicaciones para móvil. Así pues, en muchas ocasiones, es la propia tecnología la que introduce el famoso error de predicción del hombre del tiempo. Y, hoy en día, ¿quién da la cara ante esas eventualidades? Piénsenlo un poco..., efectivamente, la culpa es para el hombre del tiempo, que nunca acierta.

Si eliminamos el factor humano, no solo se estará echando a perder la experiencia de predicción acumulada por los hombres del tiempo durante generaciones; con un pequeño incremento del error de predicción en el día a día, que ya asumen quienes se olvidan de la contratación de nuevos meteorólogos predictores, sino que el conjunto de la sociedad se encontrará en mayor riesgo durante episodios de tiempo adverso, como lluvias torrenciales y grandes nevadas, en las que se tienen que tomar decisiones de gran calado, para las que ninguna máquina esta preparada, y para las que la voz de la experiencia es vital para poder rebajar un margen de error en el puede haber vidas en juego. Como ocurre con las especies en peligro de extinción del mundo animal, no se las quiere mantener por capricho, sino porque realmente su papel en la naturaleza es esencial para el funcionamiento equilibrado del medio ambiente.