Qué quieren que les diga. Que sí, que seguramente hay brotes verdes, que las cifras se mueven, las cuentas parpadean y todo eso. Pero cuando el Ayuntamiento de Madrid vende las viviendas sociales a un fondo buitre (ya es dramático que existan y nos parezca normal), que este fondo después suba los alquileres, y acaben desahuciando a una familia con un bebé, es señal inequívoca de que la crisis económica no sé dónde va, pero la social, la ética, la moral, esa sigue en la uvi y sin brote alguno.

Si la policía y todos sus furgones, cascos y cachiporras, están del lado de los buitres, y solo un grupo de ciudadanos y ciudadanas apoya a la familia acobardada, humillada y expulsada, entonces, apaga y vámonos. No hemos salido de crisis alguna, mentirosos, estamos hundidos y bien hundidos.

El ayuntamiento dice que va a buscar una solución, el Gobierno dice que va a redactar una ley, todos hablan del futuro, como si existiera, pero el presente amargo está en el telediario, en las lágrimas, y en los bolsillos de los buitres. Lo demás son cortinas de humo que tratan de silenciar lo imposible de silenciar.

Ésta era una situación completamente previsible, y no es razonable que no se haya tomado ninguna medida previa para evitarla. No es de recibo que tenga que ser la sociedad civil, la familia o un club de fútbol, quienes salgan al paso de tanto atropello. Luego dicen que hay que tener miedo al cambio, cuando es al revés, lo que tenemos es miedo a que no cambien las cosas. Eso sí, hay quien proclama que está orgulloso de este sistema, un sistema que destruye los presentes cotidianos prometiendo crecimientos ajenos, que abusa de los débiles y babosea con los poderosos, que hace más ricos a los ricos, y más pobres a los pobres.

¿Saben? Ante estas situaciones tan absurdas, lo que sospecho es que, en realidad, son los buitres los que nos gobiernan y manejan los hilos del poder a su antojo sin miramiento alguno. De lo contrario, no se explica tanta satisfacción en las convenciones y en los despachos, y tanta amargura en las casas y en las calles.