­Se veía venir. Ha sido comenzar los actos de precampaña con vistas a las próximas elecciones autonómicas y municipales de mayo y sacar del armario el tema estrella que tanto rédito electoral ha dado a algunos partidos que gobiernan en comunidades y grandes ciudades de nuestro litoral mediterráneo: el trasvase. O mejor, los trasvases. Agua para todos, por todas partes y a coste cero. Se nos dice que es la mejor solución para nuestro desarrollo económico. La única posible para garantizarnos el agua para siempre. Y con ello se aseguran votos de gente incauta a la que llevan engañando desde 2001. ¿Hasta cuándo abusarán de nuestra paciencia? Lo que no dicen es que desde el valle del Ebro nunca permitirán ese trasvase. Y que el del Tajo tras la última modificación en su Plan de Cuenca, está tocado de muerte. Lo que no se dice es que el mismo partido que en unos sitios afirma con contundencia que se hará el trasvase del Ebro, lo rechaza de plano en Aragón. Lo que no se dice es que Europa, con su actual normativa, difícilmente permitiría un trasvase del Ebro como el que se diseñó en aquel plan hidrológico. Lo que no se dice es que el plan territorial que garantizaba los terrenos por donde iba a pasar la tubería del trasvase en tierras valencianas se ha derogado definitivamente hace unos meses. Lo que no se dice es que el Ebro, en un escenario de cambio climático, no tendrá agua para trasvasar en años de sequía, que es cuando más falta hace. Las cosas claras: el trasvase del Tajo, permanecerá con dificultad; y el del Ebro, nunca se hará. Si quieren seguir contándonos mentiras que lo hagan, pero los hechos son los hechos.