A vueltas con el calor. Observo las gráficas que ha preparado Aemet con las temperaturas medias alcanzadas en estos primeros diez días de julio para las tres capitales de provincia de la Comunitat Valenciana, a lo largo de su serie histórica. Sus resultados pueden no ser representativos de nada. O puede que sí. Con una media similar en las tres ciudades, 25º C, se comprueba que, salvo el parón registrado entre 2012 y 2014, la tendencia al aumento de temperatura en este período ha sido constante desde los años ochenta del pasado siglo. Y a partir de aquí la búsqueda de posibles causas de este incremento. Sin duda, la tendencia general de incremento térmico mundial de las últimas décadas está en el origen de estos datos locales. Se puede afirmar también que en los últimos treinta años la superficie urbanizada en las tres capitales ha aumentado significativamente y ello ha causado un efecto urbano en los registros térmicos. Por un motivo u otro estamos hablando de un cambio en las condiciones del ambiente permanente que es el clima de un territorio. Pero, en estos datos de temperatura media de los primeros días de julio, juega en mi opinión un factor importante. La temperatura del agua del mar Mediterráneo frente a las costas valencianas es exageradamente alta a estas alturas del año. Y lo es desde los años noventa. Un colchón de agua marina tan cálida presenta ya a comienzos de julio es una maquina de transferencia de calor y humedad que tenemos frente a nuestras ciudades litorales y que impide que las temperaturas desciendan por la noche más de lo que podrían hacerlo. Y esta es la clave del aumento de noches tropicales y de la tendencia creciente de las temperaturas medias en los meses de verano junto al Mediterráneo. Otra cuestión es encontrar la causa última del sobrecalentamiento del agua del Mediterráneo occidental en estos meses. Y aquí no hay efecto urbano que descontar en los valores de temperatura del agua.