Hay profesores que se arrepienten o parecen arrepentirse de su condición; que se disculpan o parecen disculparse por los gajes que disfrutan; que se avergüenzan o parecen avergonzarse de tener unas generosas vacaciones y por eso precisan o parecen precisar justificarse. Profesores que se acomplejan o parecen acomplejarse porque son señalados por unos cuantos envidiosos e ignorantes que les apuntan con el dedo y les afean la poltronería de los veinte días de asueto navideño, las quince jornadas de holgorio pascuero y los dos mesazos largos de gandulería veraniega. Profesores cuyo descanso les produce o parece producirles mala conciencia, como si no realizaran correctamente su tarea o ésta fuera tan relajada, tan agradable, tan muelle que se sintieran excesivamente pagados y escandalosamente abocados al ocio. Profesores que se perciben o parecen percibirse a sí mismos como parásitos de la sociedad, sablistas institucionales o impostores gremiales.

Profesores incomprensibles para otros profesores que, en cambio, consideran insuficientísimo el sueldo que reciben por enseñar y además tener que aguantar estoicamente las insolencias y chabacanerías de los alumnos y de sus padres; que ven muy cortos los períodos que les asignan para la recuperación psicológica y los reivindican, con la cara bien alta, todavía mayores; que se dan perfecta cuenta de la desoladora ignorancia desde la que hablan quienes critican sus condiciones de trabajo; que tienen muy claro lo que significa ser profesores, y de ahí sacan fuerzas para quebrar la cadena de mentiras que asfixia la ESO; que se sienten orgullosos de su labor y no se disculpan por los estupendos gajes de su oficio, ni sienten la urgencia de justificarlos, ni se avergüenzan cuando son blanco de lenguas viperinas y dedos avinagrados que apuntarían a otro sitio en cuanto estuvieran cuatro semanas encerrados con quince o veinte groseros cerriles, vacilando entre la suposición de haber sido contratados para transmitirles conocimientos y la sospecha de haber ingresado en un centro de vacunación contra el aturdimiento.