El león se levanta por la mañana y ha de correr para comer. La gacela se levanta por la mañana y ha de correr para no ser comida€ Cuando sale el Sol, seas león o gacela, debes correr». Esta popular parábola africana se usa como motivación en el mundo del deporte y en la literatura de autoayuda; también como fuente de analogías en boca de los entusiastas del emprendedurismo. La evolución ha dotado a león y gacela con suficientes medios para considerar que ambos tienen igualdad de oportunidades. Y aunque al león le basta con ganar un juego „un zarpazo„ y la gacela ha de ganar consecutivamente muchos juegos esperando que el predador muera de inanición; ambos compiten por todo o nada. Desgraciadamente, en la vida diaria la parábola es más realista de lo que podría suponerse.

La competitividad por los puestos de trabajo favorece que los ejerzan los mejor preparados, algo deseable, especialmente si compiten en igualdad de oportunidades. Es justo y lógico que los perdedores cedan el acceso al puesto de trabajo objeto de la contienda, pero ¿lo es que pierdan el acceso a los recursos para una vida digna? El concepto igualdad de oportunidades no completa su significado mientras no se explicite de qué o para qué son las oportunidades. Si son para contender por un puesto de trabajo o desarrollar un proyecto tiene un sentido. Pero si son para competir por el acceso a los bienes tienen otra significación que nos aproxima al universo del león y la gacela y provoca sentimientos en contra.

Ahora bien, en el uso habitual del concepto, ambos significados se mezclan y no se distinguen, y aunque las reglas velasen por la igualdad de oportunidades, el sistema económico que nos envuelve y custodia permite que exista y crezca el colectivo en pobreza forzosa, hogar de perdedores forzosos. Gran parte de la población, a partir del usual «es de sentido común», acepta que los humanos se disputen la riqueza en lugar de colaborar en su creación y distribución, admite o celebra los excesos de los que algunos se benefician y consiente las carencias que a otros atormentan. Naturalmente, si todo ello ocurre en condiciones de igualdad de oportunidades.

En la Comunitat Valenciana, el reciente informe del Observatorio de Investigación sobre Pobreza y Exclusión apunta que uno de cada tres jóvenes está en riesgo de pobreza por el paro y los bajos salarios (Levante-EMV, 06/10/2015). Jóvenes que reciben el mensaje de que un importante porcentaje de ellos, aun luchando por ello, y aun en supuestas condiciones de igualdad de oportunidades, no tendrán ocasión de acceder a los recursos suficientes para llevar una vida digna. Una circunstancia de tantas en que la alusión a la igualdad de oportunidades, tamizada por el sentido común, puede actuar como mecanismo desactivador de protestas o lamentos.