Tuve la oportunidad días atrás de compartir velada con varios matrimonios con los que mantengo una amistad de muchos años. No habría nada de peculiar en ello si no fuera porque todos los maridos han nacido en Siria, en regiones hoy tristemente conocidas por ser zonas en guerra. Los tristes acontecimientos de París aún no habían acontecido.

Naturalmente, la conversación trascurrió en torno al conflicto armado y como las distintas facciones controlan el país; Al Nusra, Estado Islámico, kurdos, Ejército Libre Sirio y el Ejército gubernamental, un puzle donde ninguna pieza encaja. Se describieron historias cargadas de desesperación sobre sus familias, sus casas, sus recuerdos... haciendo un esfuerzo por controlar las lágrimas que inundaban sus ojos; las emociones surgían en cascada.

Resulta impactante su profundo sentimiento de valencianía. Ellos valencianos de adopción, llegaron a nuestra tierra hace varias décadas y se convirtieron en nuestros médicos, empresarios, comerciantes€ en definitiva, en nuestros vecinos. Hoy son padres y abuelos de valencianos nacidos aquí Es esa constante afirmación de su valencianía la que les lleva a expresar su profundo malestar con el papel jugado por el Gobierno en la crisis siria. Calificativos como insensibilidad, inoperancia o dejadez son usados constantemente hacia el ejecutivo, al que acusan de que en materia exterior ha ido al rebufo de otros líderes europeos y no ha mostrado señales de humanidad hacia el sufrimiento de estos valencianos que ven como la burocracia hace inútiles sus intentos por obtener un visado para rescatar a sus familiares de los campos de refugiados o incluso de las ciudades donde se libran los combates. Envidian la actitud de otros países más flexibles en sus normas.

Sus parientes deben dirigirse a Estambul o Beirut, donde deben solicitar el visado. Previamente en España, sus familias han abonado las tasas y han conseguido los informes perceptivos. El camino es peligroso y el resultado final es la necia negación a sus solicitudes por parte española, por lo que en un país extranjero para todos, hermanos, padres o hijos deben despedirse. Unos volverán a la Comunitat donde viven, otros a Siria o a los campos de refugiados y unos cuantos buscarán rutas alternativas. Me transmiten multitud de historias que rayan en lo kafkiano sobre separaciones, familias rotas por vallas, por Estados... en definitiva, por leyes que no entienden del sufrimiento humano.

La barbarie que ha golpeado Paris traerá consecuencias. Es deseable por el bien de la convivencia que la islamofobia no sea una de ellas, haciéndonos olvidar conscientemente el compromiso de dar refugio a aquellos que huyen de ese mismo terror.