En el pasado tuvimos, años ochenta y noventa, como relataba acertadamente Carlos G. Triviño en estas mismas páginas de Levante-EMV, éxitos recientes en el período dorado de la política industrial valenciana, con propuestas innovadoras y socialmente integradoras, mediante algunas de las iniciativas de referencia a nivel nacional e internacional como el Impiva, los institutos tecnológicos, los Centros Europeos de Empresas Innovadoras, o el València Parc Tecnològic, entre otras. A ello contribuyó un buen número de profesionales que, desde diferentes posiciones ideológicas, mayormente progresistas y valencianistas, comprometieron su labor en favor de la reconstrucción del país con la democracia.

Qué duda cabe de que aquellos logros, muchos de ellos hoy ignorados, cambiaron la fisonomía de nuestras ciudades y de nuestro país, pero que hoy, tras el tiempo transcurrido, resulta necesario un nuevo impulso. ¿Cuál puede ser la respuesta que, en estos momentos, aliente la recuperación económica y social? Ximo Puig, president del Govern de la Generalitat, reivindica una Agència Valenciana de la Innovació (AVI), organismo transversal que coordine todo el conocimiento de nuestra sociedad para posibilitar un futuro, económico y social, mejor para nuestros jóvenes, de por sí competentes, para que sean aquí competitivos y no en el extranjero, para lo cual es necesario ganar el futuro.

Ganar el futuro, mediante el sentido común como plantea José Vicente González, presidente de Cierval, y desarrolla Andrés García Reche, vicepresidente ejecutivo del Consell Valencià de la Innovació, académico, profesor de Economía Aplicada, quien aplica la economía para gestionar la participación social necesaria que debe dar lugar al éxito de la AVI. Conscientes de la necesidad de buscar razones que den lugar al consenso. Cansados de tanto fundamentalismo, parten de posiciones sensatas y experiencias contrastadas de éxito aplicadas a nuestra realidad social y económica. Pues las posiciones extremas son los principales enemigos de los sensatos y sólo la moderación con pulso firme permite llevar adelante los proyectos.

Hoy, ante la involución de la economía valenciana en la última década ¿cuál será el modelo productivo que nos espera? ¿Debemos participar en su diseño o los ciudadanos debemos esperar a que la mano invisible del mercado venga a arreglarnos la situación? Sin duda debemos participar en ello, ser nosotros quienes impulsemos las medidas adecuadas para catalizar la realidad de nuestro tejido productivo, incrementando la transferencia de conocimientos, impidiendo que ninguno de ellos quede sin aprovechar. Valorando los costes de todo tipo, humanos y medioambientales, económicos y sociales.

La exigencia de participación ciudadana viene de la necesidad de administrar unos recursos escasos, obtenidos de nuestros impuestos, de la mejor manera posible.

Y por ello la Agencia Valenciana para la Innovación sea bienvenida. Y con ella el equipo directivo que desde hace tiempo viene trabajando para llevarla a cabo, analizando posibilidades, contrastando experiencias, y apostando por el consenso empresarial y social, universitario y tecnológico, junto al político, sin interferencias, en favor del conocimiento como factor esencial de la productividad, aumentando el valor añadido de nuestras empresas como fórmula para generar empleo de mayor calidad.