En nuestra época colegial, a todo aquel que dejaba para mañana lo que debía de hacer hoy se le llamaba holgazán, vago o gandul. Hoy, nuestra clase política le califica de estratega o se le atribuye que sabe manejar muy bien los tiempos. De Pascuas a Ramos era síntoma de tiempo excesivo para que algo suceda fruto o de la frecuencia natural o el abandono, el descuido o la negligencia. Hoy, nuestra clase política se autocalificó de interina en la Pascua de Navidad y hemos pasado el Domingo de Ramos y la Pascua Florida sin que sepan resolver la decisión adoptada por el pueblo soberano manifestada en el resultado de las elecciones.

En nuestra época colegial se utilizaban a veces las orejas de burro con escaso respeto para este noble y sacrificado animal. Pareciera que todo puede esperar a mañana sin que esa dejadez afecte de manera importante a nuestra vida diaria. Es posible que el tiempo haya dejado de ser oro porque la vida nos lo regala pero todos sabemos que no es así. Tenemos tiempo cuando no lo malgastamos, cuando no perdemos el tiempo.

Dos acontecimientos en política exterior, junto con la escasa relevancia europea, demuestran la posición real de la España en funciones que afecta a corto, medio y largo plazo a nuestro bienestar. Cuba y Argentina. Dos países con enorme significación e interés. Los presidentes de Estados Unidos, Francia o Italia se han adelantado ya a tomar posiciones y Raúl Castro visitó oficialmente Francia hace unos meses para estrechar una colaboración directa ante la Unión Europea a pesar de la retahíla de lazos que nos unen con la perla del Caribe. Fortalecer las alianzas políticas contribuye a facilitar la expansión de nuestra economía que necesita hoy más que nunca de los mercados exteriores.

Una deuda pública y privada como la española que todavía no nos ahoga gracias a los bajos tipos de interés no se podrá amortizar sin que durante una buena temporada nuestra balanza comercial se salde anualmente de manera positiva. Lo mismo ocurre con el nivel de empleo y con el empleo cualificado.

Nada se oye de cómo se ha de revertir nuestra balanza comercial. Hasta ahora, los escasos y pasajeros éxitos comerciales se han obtenido con una baja de salarios o con una brutal disminución de los márgenes comerciales, ayudados ambos por una devaluación del euro.

Y qué decir de la Comunidad Valenciana. Primeros en turismo y primeros en contrataciones abusivas sin querer ver la economía sumergida. Primeros en todo. Sin embargo la inversión extranjera nos relega, según el Ministerio de Economía, por detrás de Madrid, Cataluña, País Vasco y hasta de Andalucía.

Pero España puede esperar. Y la Comunidad Valenciana lleva muchos años esperando pero aquí estamos. Todos los domingos de paella.