En los últimos días había explicado en clase, en la asignatura Geografía de las Regiones del Mundo, el Cinturón de Fuego del Pacífico. Curiosamente, pocos días después de haberlo explicado se ha mostrado con dos seísmos mortales en dos lugares remotos, Ecuador y Japón, pero unidos por este vínculo geológico. Este cinturón arranca por toda la costa occidental de América desde Chile hasta Alaska, y se prolonga en Asia por la Península de Kamchatka, Japón, Filipinas e Indonesia, para acabar haciendo un curioso quiebro geográfico, esquivando a la estable Australia y afectando de lleno a Nueva Zelanda. En todo este espacio la corteza terrestre submarina del Pacífico se va metiendo por debajo de las cortezas continentales e insulares emergidas, en un fenómeno llamado subducción. A este proceso se debe la aparición de las colosales cordilleras que orlan todo este entorno (Los Andes, las cordilleras Mesoamericanas, la Sierra Madre mexicana, las Montañas Rocosas, o los volcanes y montañas de Kamchatka, Japón y los llamados Alpes Neozelandeses) Pero, por lo que aquí nos interesa, ese movimiento de placas da lugar a seísmos recurrentes en todos estos lugares. Muchos de estos terremotos son perceptibles pero no tienen consecuencias o, se dan en lugares deshabitados, pero cuando se da la circunstancia de que se dan a la vez con mucha intensidad y en lugares densamente poblados las consecuencias son desastrosas. En relación a la intensidad de los terremotos los que están por encima de 5-6 grados en la escala Richter ya dan algunos problemas, pero estos se exacerban cuando se mueven entre 7 y 9, y son ya potencialmente destructivos. La intensidad de los terremotos en todo este ámbito es la peligrosidad natural, uno de los tres componentes del riesgo, el que más escapa al control humano. La cantidad de población que haya en cada una de las zonas de este territorio hace referencia al segundo componente del riesgo, la exposición. Por último, el tercer componente del riesgo, el que más depende de la acción del hombre, es la vulnerabilidad, la capacidad de respuesta antes y después de que ocurra un fenómeno natural impredecible en lo temporal, pero seguro en lo espacial. Esta última marca la diferencia entre países desarrollados y subdesarrollados, sobre todo en las cifras de víctimas mortales. Un terremoto de alta intensidad causa menos muertos en Japón, aunque también los causa, que en cualquier otra de las regiones citadas.

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