Me veía venir la noticia hasta que un titular la confirmó. La mayoría de las maltratadas de los centros de acogida tiene la custodia compartida. Un aplauso por la ley de la Comunitat Valenciana. Ahora vuelvan a decir que el interés del menor es lo que cuenta. Digan en voz alta que una mujer en un centro de acogida, víctima de violencia de género, curándose de sus heridas físicas y morales no tiene todo el derecho del mundo a velar por su interés y a no estar amarrada a su maltratador por sus hijos. Díganmelo. Y díganme, si alguno se atreve, que uno que es capaz de levantar la mano contra la madre de sus hijos, es un padre ejemplar. Muy poco sentido común tiene esa ley que otorga la custodia a diestro y siniestro „más al siniestro„ y muchas revisiones necesita.

Escribía el otro día que cuando las relaciones son imposibles no caben las custodias compartidas. ¿Cuesta tanto de entender? Me replicaban las grandezas de la ley, que en los casos de violencia de género están contemplados todos los supuestos de protección para el menor, que si había otra ley que los consideraba víctimas. Sí, ya lo veo. Muy pocos juzgados de violencia tienen vistos y menos casos de custodias compartidas los que me afirmaban eso.

La responsable de Igualdad del Síndic de Greuges analizaba en unas jornadas las dificultades prácticas de la ley, los puntos de encuentro, la protección del menor. La responsable de Igualdad del Síndic analizaba en unas jornadas las dificultades prácticas de la ley, los puntos de encuentro, la protección del menor. Y ponía sobre la mesa ejemplos y cifras que no sólo causaban sonrojo, sino que mostraban la realidad de los juzgados sobre las custodias en la Comunitat Valenciana. Los datos en violencia de género producían vergüenza.

En virtud de la ley que desde hace cinco años regula el régimen de custodia, los juzgados de violencia aplican, prioritariamente, la compartida. Es decir, se establece que ante la falta de entendimiento de los progenitores se aplica la ley alegando interés del menor sobre todo lo demás. Y en algunos casos las sentencias son demoledoras. Custodias compartidas, por ejemplo, cuando existen órdenes de alejamiento del maltratador a la víctima alegando ese interés del menor. ¿Cómo se come eso? Muy fácil. La madre, maltratada, no puede contactar con el niño durante la semana que está con el padre. Y en el caso del que hablo, dos años después, autorizaron a la madre un teléfono para hablar con el niño. Bravo por la jueza.

Cuando escribía que para algunas madres o padres compartir una custodia era un calvario, es que es un calvario. Cuando hay entendimiento es posible compartir una custodia y preferible, pero sin él, hasta el Supremo ha enmendado la plana a los juzgados valencianos. Puedo imaginar el dolor y el pánico y el desamparo cuando a una de esas mujeres de un centro de acogida se les va un hijo por la puerta a manos de su maltratador. Sin poder retenerlo. La pregunta es, ¿algún diputado de las Corts puede?