En el año 2014, último del que se tienen cifras oficiales, se quitaron la vida en España 3910 personas, batiendo por tercer año consecutivo el récord de suicidios. Más del doble que las víctimas de tráfico, convirtiéndose en la principal causa de muerte no natural en nuestro país. Sin embargo, del suicidio casi nadie habla, a pesar de la dimensión real del problema. Por cierto, es incorrecto que los especialistas aconsejen no difundir las cifras para evitar un efecto llamada: lo que piden es que se hable de ello sin partidismos y con conocimiento de causa.

Creo que a nadie se le escapa que el suicidio, dentro de su complejidad, tiene una importante raíz socioambiental, y por tanto también es de la competencia de las administraciones públicas y de los políticos que las gobiernan. En la Comunitat, por ejemplo, se contabilizaron 399 suicidios en 2013. Los psiquiatras y profesores de la Universitat de València Eduardo Aguilar y José Carlos González destacan al respecto la importancia de los programas de prevención, pero no existe ninguno en la Comunitat, y muy pocos en el conjunto del Estado español. En cualquier caso hay otras comunidades que han avanzado más en este sentido, como por ejemplo Cataluña, y en proyectos de investigación también Asturias, País Vasco, Andalucía y Madrid. Recordemos que los accidentes de tráfico comenzaron a disminuir precisamente en el momento en que la sociedad y los políticos tomaron conciencia del problema, se dedicó presupuesto y se diseñaron acciones específicas. En 25 años de campañas preventivas se han reducido los accidentes un 70 %, todo un éxito.

También destacan los especialistas que no existe el suficiente interés, en términos generales, sobre el problema del suicidio. ¿Y por qué no interesa algo que causa casi 4000 muertes en un año? ¿Es quizás una muerte vergonzante, acaso por el peso de la tradición católica? Hace poco más de medio siglo, tener un hijo discapacitado también era algo que se ocultaba y malvivían al margen de cualquier ayuda pública. Hoy está asumido que es una realidad que debe atenderse públicamente. No así, todavía, el suicidio.

El hecho de que sea una muerte elegida, no accidental o producida por otros, no le resta gravedad a la dimensión social del problema. Esta podría ser la séptima tarea titánica del nuevo Gobierno autonómico: afrontar los problemas sociales al margen de su eco mediático, atendiendo a su dimensión real y escuchando a los especialistas. En ese sentido, ellos apuntan la urgente necesidad de crear un programa carco de prevención de suicidios en la Comunitat Valenciana, con programas específicos dirigidos a Atención Primaria, información para las escuelas y pautas claras sobre el tema para los medios de comunicación.