Anuncia Sanidad una investigación por coacciones a una médica para que renunciara a un puesto obtenido en la bolsa de trabajo. La doctora ha hecho pública una grabación en la que se escucha como le piden como un favor que abandone esa plaza en el Hospital Clínico de Valencia que, como poco, provoca náuseas. La razón por la que no puede quedarse en su trabajo, que ha obtenido legítimamente, le explica, es porque «se han movido esas plazas para gente de aquí [del hospital]».

A esta doctora se le viene a decir a través de un superior que o renuncia a buenas o se le abre un expediente y se irá. Y no volverá. Porque se trabaja así. ¿Y la bolsa?, pregunta ella. La bolsa no sirve para nada. Es el resumen de la conversación para perplejidad de ajenos a la Administración. Dicho de otro modo, con padrinos te bautizan.

La reacción política, al igual que la del Colegio de Médicos, ha sido abrir una investigación que puede derivar en un expediente disciplinario y sanción. Sin embargo, la oposición „grito en el cielo„ cree que la respuesta ha sido muy tibia. Que no hay lugar a dudas y han solicitado una respuesta automática. Lo que no han tenido en cuenta es que el Sindicato Médico, que también se ha pronunciado, ha utilizado la palabra mafia para referirse al sistema de trabajo, al que han considerado de hábito, y a su práctica, harto habitual. Es decir, que no es un hecho puntual al que se haya que sancionar de esa manera automática. Es un sistema viciado, por así decirlo.

Que como se señala en la grabación por parte del superior «hay que entrar en el juego, funcionamos así». Pues vaya. Dudo mucho de que una administración clientelar en la práctica y en el método se haya creado en dos días. Ni en dos años. Y va a ser que señalar con el dedo los errores con los que acusar ahora al gobierno no libra de la responsabilidad que conlleva los vicios que se han generado en las instituciones por prácticas consentidas durante décadas en los años de gestión.

Sucede con las administraciones que se contagian de servilismo, se empañan por los abusos y queda comprometida la gestión. Se introducen cargos a dedo o en otros casos se mueven trabajadores a altos puestos que carecen de preparación. Y así marcar la línea se hace difícil. Sobre todo cuando se convive con el miedo. Y miedo es lo que sobra últimamente en muchos lugares.

Una investigación es un primer paso prudente, como lo cauto por parte del resto es respetarla. ¿Dónde está esa presunción de todo que se pide para cualquier juicio? Por evidente que pueda resultar la culpabilidad a simple vista. ¿O es que eso vale sólo para los políticos? Pues aún más para una administración, por más bochorno que cause la lectura de determinada noticia. Y menos paja en el ojo ajeno, que aquí nada viene de nuevo, al parecer.