En La via valenciana, premio Octubre editado por Tres i Quatre, el profesor Ernest Lluch nos explicó hace cuarenta años (1976) la presencia de la industrialización autóctona como eje de desarrollo que transformó la economía valenciana. Fue una década, la de los sesenta del siglo pasado, en la que el crecimiento industrial fue exponencial, llegando, en los setenta, a superar el 20 % de la exportación española. Con tecnologías relativamente avanzadas, pero sencillas, que llevaron al desarrollo de sectores de bienes de consumo como el calzado „primer producto de la exportación española durante años„ el juguete, el textil, el mueble, el papel pintado, los transformados metálicos, la cerámica o la confección, con empresas líderes en sus sectores, algunas de ellas hoy desaparecidas.

Con ese ambiente se pusieron en marcha variadas operaciones financieras, como la Corporación Financiera del País Valenciano, Promobanc o el Banco de la Exportación, e iniciativas empresariales que no fructificaron, como la apuesta por la adjudicación del tramo correspondiente de la autopista del Mediterráneo. Inicios brillantes, experiencias fallidas y expectativas truncadas de un capitalismo incipiente, ágil, de pequeña y mediana empresa, con tamaño excesivamente reducido, que limitó el desarrollo de un empresariado cada vez más formado, de raíces locales, próximo a las instituciones autonómicas, que buscaba desarrollar un marco globalmente más positivo para la sociedad valenciana

Hoy, en Una nova via per a l´empresa valenciana, editado por Afers, coordinado por Elies Seguí, con prólogo y epílogo de los consellers Vicent Soler y Rafael Climent, respectivamente, los autores Isidre March, Fidel León, Vicent Cucarella, Ángel Soler, Rafael Beneyto y Josep Vicent Boira nos recuerdan que «un canvi de model productiu és un repte de dimensions extraordinàries, però imprescindible per a l´economia valenciana en la complexa cruïlla que vivim avui en dia». Así, el profesor Seguí, también autor de un capítulo, expuso, durante la presentación del libro en Cierval, el paralelismo entre la educación de un niño en África que, dicen, debe ser obra de toda la tribu, con la del cambio del modelo productivo que debe ser obra de toda la sociedad.

Mientras entre los años 1984 y 1995, señala el conseller Soler en su prólogo, se dio un impulso importante a la innovación valenciana, con la puesta en marcha «de l´Impiva, una agència pública encarregada de concretar la política industrial per al teixit productiu valencià en col·laboració amb els sectors empresarials autòctons», viniendo a aplicar las recetas, que el profesor Lluch, había diseñado en La via valenciana, el reciente libro sobre la nueva vía para la empresa valenciana, con el apoyo de la Fundación Nexe, nos da valiosas orientaciones al respecto. Tanto en temas de innovación como de internacionalización, sobre la base de la competitividad responsable, el apoyo de unos instrumentos financieros de proximidad, la necesidad de unas infraestructuras acordes con el sistema productivo y no al revés, y la preparación del capital humano. Teniendo siempre presente que para crecer hay que aprender y que los alumnos de hoy serán los líderes del mañana.