El socialismo español, como el europeo, está en la encrucijada y de sus decisiones de los próximos meses dependerá que continúe siendo una fuerza de referencia en la izquierda española o que se quede en un grupo residual.

En el marco de la Unión Europea, lejos de consolidarse como fuerzas de progreso, los socialistas se han endeudado con los grupos bancarios y las grandes empresas han amaestrado en sus consejos de administración a muchos de sus antiguos dirigentes. El panorama es desolador y existen tres situaciones en las que el PSOE podría suicidarse políticamente si adoptara decisiones tales como: 1) Hacer la misma política que haría la derecha al servicio de las grandes corporaciones, tal como el tándem Hollande-Valls está haciendo en Francia; 2) Acompañar a un partido de derecha ultra liberal como el PP en un gobierno de coalición; y 3) Iniciar aventuras coaligándose con Podemos asociados con partidos como ERC, que solo miran por su propio interés electoral, o la antigua CDC (algún día tendrá que explicar Pablo Iglesias su preferencia por esta formación trufada de casos de corrupción frente a C´s). También habría una cuarta forma de suicidarse, al menos parcialmente, que sería ir a unas terceras elecciones.

Se mire por donde se mire, es de lamentar que a una persona de perfil más que adecuado para liderar un proyecto progresista, como es Pedro Sánchez, le crezcan las dificultades. Por todo ello, creo que la única solución que le queda al PSOE es negociar, con taquígrafos y mucha pedagogía ciudadana, un acuerdo para prestar, temporalmente, la abstención de algunos miembros de su grupo y de otros a la investidura de un presidente del PP. Ahora bien, se deberían incluir aspectos tales como: 1) Revisar al alza el salario mínimo interprofesional y pactar una armonización del marco laboral; 2) Convocar al pacto de Toledo para estudiar un plan urgente de sostenibilidad del sistema de pensiones; 3) Pactar una reducción drástica del tamaño de la administración, evitando duplicidades y eliminando estructuras de dudosa utilidad; 4) Pactar, con todas las fuerzas parlamentarias, un sistema progresivo de impuestos que elimine privilegios de grandes fortunas y corporaciones; 5) Establecer un pacto educativo entre todas las fuerzas parlamentarias y paralizar la reforma educativa de Wert; 6) Corregir las normas hipotecarias para evitar los abusos de la banca; 7) Pactar una reforma del sistema electoral que elimine los sinsentidos del actual; y 8) Promover una reforma constitucional que redefina la estructura federal de España.

Si el PSOE aglutinara en torno a estas u otras propuestas a diferentes grupos de la oposición, estableciendo plazos máximos y explicando sus decisiones a la ciudadanía, podría compensar la campaña que trata de cargar sobre sus hombros la responsabilidad de la formación de gobierno sin renunciar a provocar un giro de la política de los últimos cuatro años y evidenciar la soledad parlamentaria del PP.