El año 2016 no será recordado por la gran producción de arroz en el Parque Natural de la Albufera sino por la sordera de los políticos y técnicos a las reclamaciones de los productores en el pasado. Poco a poco se van observando los síntomas de los errores del pasado, era algo -que más bien tarde que temprano- tenía que llegar. Hace más de diez años la Conselleria de Agricultura prohibió la quema de la paja del arroz y las soluciones que se dieron fue la incorporación de la paja mediante la técnica del ´fangueo´ a la tierra, lo que produjo que progresivamente se fuese incorporando más materia orgánica al terreno.

Si volvemos al presente, diversos estudios afirman que el máximo de materia orgánica que admite el terreno en el cultivo del arroz es de un 3%, hoy en día en todas las poblaciones que forman parte del Parque Natural de la Albufera se superan los niveles del 7,5%, e incluso en algunos casos se llega a niveles del 9%. La tierra está saturada de materia orgánica y sus consecuencias se mostraron ya hace tres años sin que nadie hiciera caso. Hoy el desastre ha superado toda previsión, las mermas de producción superan el 50% en algunos casos y en otros el 70% por culpa de la Anoxia.

La anoxia es la ´asfixia´ de la planta por falta de oxígeno, esa falta de oxígeno es producida por el exceso de materia orgánica del terreno, que se apodera del oxígeno para reproducirse, eliminando el oxígeno del agua y causando la muerte de las raíces de la planta del arroz, al mismo tiempo que genera diversos gases y una podredumbre en el terreno.

El problema ya no es la podredumbre, las aguas negras ni el mal olor de la paja cuando entra en descomposición, sino los efectos que pueden causar sobre todo al Parque Natural, llegando incluso a ser un auténtico problema de salud pública si no se le pone freno.

Por el momento no hay otra forma de detener esta ´asfixia´ irreversible que no sea mediante la quema de la paja del arroz, y así evitar que se incorpore más materia orgánica al terreno. Se desconocen cuáles pueden ser realmente los problemas si se sigue incorporando año tras año la paja al terreno, diversos estudios afirman que esto conllevaría la muerte total del Parque y de la misma Albufera.

No hablamos sólo de mermas en la producción del arroz, año tras año desde que no se quema la paja, sino también de los sobrecostes superiores al 50%. Al mismo tiempo han proliferado determinadas cepas de ´echinochloa´ (una mala hierba comúnmente conocida como serreig) o la ´Leersia oryzoides´ que se está apoderando de las parcelas y causando un auténtico quebradero de cabeza para la sanidad vegetal, todo ello provoca un aumento de tratamientos herbicidas que no son buenos para el Parque Natural ni para la economía del productor, por el sobrecoste en tiempo y dinero que esto le supone.

¿Realmente queremos abandonar a su suerte el envidiado Parque Natural y la magnífica Albufera que poseemos? ¿Queremos dejar de disfrutar de esos paseos por los campos de arroz al atardecer o de las puestas de sol de la Albufera? ¿Queremos perder la gran flora y fauna que alberga el parque? ¿Queremos eliminar uno de los pulmones de Valencia?

Debemos ser conscientes todos, tanto políticos como técnicos o agricultores, de la necesidad de buscar soluciones alternativas a la quema, pero siendo conscientes de que hoy por hoy únicamente disponemos de una única solución, la quema.

No hablamos de un único sector sino de mucha gente que depende directa e indirectamente, tanto del parque natural como del fantástico arroz que nos ha dado fama mundial. Las pérdidas en millones de euros pueden llegar a ser incalculables si no se ponen, administraciones, organizaciones agrarias, cooperativas y demás agentes del sector de acuerdo. No sabemos si esta podredumbre puede llegar a afectar al ser humano, mediante infecciones o problemas respiratorios por la creación de esa putrefacción.

Hasta este año la Conselleria prohibía la quema de la paja, pero ahora después de ver las catástrofes que produce dicha putrefacción y el error que cometieron contemplan diversas excepcionalidades, una de ellas son las razones fitosanitarias que en el caso del arroz cumple con creces.

Debemos de una vez por todas unir esfuerzos y aplicar el sentido común si no queremos que en poco años nos lamentemos de haber perdido algo que tuvimos en nuestras manos y lo dejamos perder, hay muchísimo en juego, ya está bien de tanta incompetencia política y administrativa como la que ha habido hasta ahora. El futuro de un sector, el orgullo de un pueblo y el futuro de que puedan disfrutar del Parque Natural de la Albufera nuestros descendientes depende de que pongamos freno a esta barbarie ecológica a tiempo.

Es obvio que sin Parque Natural no hay arrozales y al mismo tiempo, sin arrozales no existiría el Parque Natural, es una auténtica simbiosis que debemos conservar por el bien de todo y de todos.