Los valencianos no pintamos nada. Ni se nos ve. Esta es la conclusión tras el análisis del 25S en clave valenciana. Los tanques andaluces de Susana Díaz avanzan hacia Madrid. Los críticos, entre ellos Ximo Puig, han saltado a la yugular del centurión Pedro Sánchez. Medio confaloniero y medio portaestandarte. Se ha disparado como un resorte a la hora de vender cara su piel. Algunos socialistas autóctonos siguen la corriente y se mimetizan. El president Puig por un lado y la consellera Carmen Montón por otro. ¿Tanto cuesta definirse como lo ha hecho Joan Lerma, expresident de la Generalitat? Manifestó: «Rajoy no negocia nada y hay que ver si es posible un entendimiento para hacer un programa reformista que tenga en cuenta la mayoría social que hay en contra de las políticas que ha hecho el PP». La crisis es profunda. Está en juego la voluntad de cambio plural, expresada en las urnas. Frente a ella, la caverna alimenta la resistencia al cambio. El PSOE inició su decadencia antes de Sánchez y cargan sobre él toda la culpa. Sin darse cuenta de que están perdiendo el tren.

Tanto en Galicia como en el País Vasco han vencido fuerzas conservadoras. Como estaba previsto. Nada nuevo. ¿A qué viene tanto alborozo? El PNV es un partido de derechas y el PP, vencedor en Galicia, también. Los nacionalistas vascos „PNV y Bildu„han barrido con votos, 28 y 18 respectivamente. Mala noticia para el PP que, con el PSOE, forma parte del bloque constitucionalista. La batalla vasca se ha perdido. La noticia importante es que el presidente del Tribunal Constitucional, Francisco Pérez de los Cobos, se manifiesta partidario de reformar la Constitución para abrir la puerta al derecho a decidir. Es difícil que en un sistema democrático, que nos permite estar en la Unión Europea, se vete la libertad de expresión. La UE a la que se tanto se arriman Rajoy y los suyos. Una cosa es que los ciudadanos puedan decir „libertad de expresión„ lo que prefieren como marco nacional y otra distinta el vértigo de la aventura soberanista.

¿A los valencianos en qué nos afectan las elecciones del 25S? Se cumplió el resultado anunciado de que Alberto Núñez Feijóo iba a repetir su mayoría absoluta „los mismos 41 diputados que en 2012„ y que Íñigo Urkullu volvía a ganar las elecciones en Euskadi „un diputado más que en 2012. Es lógico que Núñez Feijóo gane las elecciones porque los gallegos son cada vez más felices con el PP. Al contrario que los valencianos, a quienes nos ha ido pésimamente mal con los gobiernos del PP, tanto en la Generalitat como en el Gobierno español. Isabel Bonig, cabeza del PPCV, recuerda „«con independencia no hay Corredor»„ sin vergüenza ni recato que si Cataluña sigue por la senda independista no tendrá Corredor Mediterráneo y por consiguiente la Comunitat Valenciana, tampoco. La amenaza se veía venir conociendo la inefable capacidad de amedrentar y falsear en los portavoces populares. ¿Cómo puede ser que la conexión ferroviaria más rentable y prioritaria, que debería discurrir hace décadas por el Arco Mediterráneo, no esté terminada? Cuando el territorio español está plagado de trenes que van de ninguna parte a ningún sitio, sin sentido ni rentabilidad.

Avala la sensatez de los vascos que sigan votando a quien defiende con uñas, dientes y eficacia demostrada el Concierto vasco „concesión españolista a cambio de un simbólico cupo„ que está reconocido en la Constitución. Les va muy bien con el Partido Nacionalista Vasco y probablemente les irá mucho mejor con la presión de Bildu como segunda fuerza política en el Parlamento de Vitoria. Mientras «ganador del 25S» „el PP„ y perdedor „el PSE„ empatados a 9 escaños se quedan en la cola detrás de Podemos, catorce diputados, conquistando puestos por la izquierda. Con Bildu suman 32 escaños y superan al PNV. En Euskadi se vive mejor que en el resto del Estado y en la Comunitat Valenciana nos seguirán maltratando „aunque pese a Federico Félix y a Vicente Boluda„ mientras carezcamos de líderes y partidos de obediencia valenciana, capaces de defender los intereses de los ciudadanos sin pedir permiso a las guaridas de Génova y Ferraz en Madrid. Cámaras de Comercio sin reglamento y dejadas a su suerte. Confederaciones donde se salvan José Vicente González (con lo que queda de Cierval embargada y resucitando Feria Valencia) y Salvador Navarro, reinventando la CEV.

Aún nos pasa poco. Las entidades y las instituciones económico-empresariales han de cumplir la misión para la que fueron creadas. Sus dirigentes tienen el compromiso de alcanzar sus objetivos con efectividad, audacia y riesgo. La ruina viene de las poltronas y los pesebres. Los dirigentes han de ser empresarios de prestigio al servicio de la economía. Nunca marionetas manipuladas por partidos políticos ni por grupos de presión.