Si para sus adversarios políticos ni incluso para sus peores enemigos, la situación por la que está pasando el partido socialista puede ser motivo de contento. El PSOE ha sido más que un pilar, una pared maestra durante 40 años de vida democrática en los que ha contribuido decisivamente a transformar la sociedad española aunque no ha sabido o no ha podido transformar y actualizar su propio partido.

No hay repuesto para el PSOE ni a corto ni a medio plazo si el centro izquierda quiere gobernar en España. Y no habrá una situación de estabilidad política que permita resolver los problemas de una mayoría social como alternativa al Partido Popular mientras el PSOE, PSC y PSE no tengan un proyecto definido de la España plurinacional que reclama y necesita el siglo XXI. Y ese proyecto no puede venir desde el sur de Despeñaperros por las razones obvias que permanente nos ilustra el Instituto Nacional de Estadística.

Desde el año 2004, y con Zapatero en el gobierno y como secretario general del partido, el PSOE ha ido perdiendo poder institucional y no ha querido entender como partido los cambios sociológicos que se estaban produciendo en España. Cohabitó con la desmesura de un capitalismo financiero y mantuvo sin freno los planteamientos de una economía neoliberal que ante la crisis que se resistió a admitir, le obligó a adoptar una serie de medidas de austeridad que no iban con los principios del partido pero que eran la penitencia a tanto dislate. Entonces, Zapatero, al aceptar en el año 2010 la penitencia y no convocar elecciones generales, aceptó también el pecado con el añadido de la promesa incumplida con el Estatuto de Cataluña.

Ha sido demasiado extensa la derrota en las bases electorales del PSOE como para que los que la provocaron quieran ser ahora los que pretendan remediarla. Resulta dudosa, por ejemplo, la sinceridad de la posición de la actual gestora que, empujada por Susana Díaz, se está planteando un nuevo modelo de relación con el PSC para que en el próximo congreso del PSOE no puedan votar los militantes catalanes para mayor gloria de esta buena señora andaluza.

¿Creen de verdad los militantes del partido socialista que son Susana Díaz y sus viejos palmeros quienes marcarán la recuperación y la ampliación necesaria de la masa de votantes del partido socialista? Tampoco lo es Pedro Sánchez. Ni antes de su vergonzosa defenestración ni, sobre todo, después. Y entre tanto, la Comunitat Valenciana en tierra de perdedores y sin encontrar su sitio en el complejo panorama nacional. El primer acto lo vamos a tener en el próximo reparto de la financiación autonómica. No tenemos más que esperar y ver.