La fallida propuesta del exministro de Interior Jorge Fernández Díaz para presidir la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso de los Diputados, pone de manifiesto, una vez más, la nula voluntad del PP de contribuir a la imprescindible regeneración de la democracia española. Ya había intentado algo parecido con el exministro José Manuel Soria, dimitido por operar en paraísos fiscales y por mentir a todos los españoles.

La posición inicial del PSOE y de Ciudadanos de aceptar la propuesta del PP alegando el respeto a los «usos y costumbres» del Congreso de los Diputados, indica, también, que estos dos partidos no han entendido que la falta de transparencia debilita las instituciones y las aleja de los ciudadanos. Parece como si pasado el bochornoso trámite de elegir a Mariano Rajoy se hayan olvidado de la promesa, utilizada como justificación del sí o de la abstención, de «hacer una fuerte oposición», como antes se olvidaron de la promesa electoral de que si de ellos dependía Rajoy no sería presidente del Gobierno, porque era necesario regenerar la democracia.

Solo la decisión de Unidos Podemos de romper «los usos y costumbres»y presentar un candidato alternativo, a pesar de recibir críticas y amenazas de aislamiento, forzó el cambio de posición del PSOE e impidió que el presidente de la importante Comisión de Exteriores fuera una persona reprobada recientemente por todos los grupos del Congreso de los Diputados menos el PP, por utilizar medios del Estado para perseguir a adversarios políticos.

Este caso pone de manifiesto carencias importantes de funcionamiento de nuestro sistema democrático. Casi cuarenta años después, y con todo lo que ha pasado, es incomprensible la existencia de usos y costumbres, como los que parece que existen en el Congreso de los Diputados, y posiblemente en otras instituciones autonómicas y municipales, de acordar la atribución de cargos de responsabilidad o de representación institucional a los grupos y obligarse a aceptar a la persona que propongan, sin el control de una comparecencia, en audiencia pública, ante una comisión que tenga la posibilidad de valorar la idoneidad, la capacidad y la experiencia de las personas propuestas para el cumplimiento de las funciones del cargo. Y sin romper los usos y costumbres, que han ido vaciando la democracia, no hay cambio posible.

La introducción de estas audiencias públicas para examinar las candidaturas a cargos de responsabilidad y de representación en todos los niveles institucionales, incluidos los presidentes y gerentes de fundaciones y empresas públicas, mejoraría la calidad de funcionamiento democrático de las instituciones y evitaría muchos de los comportamientos corruptos ocurridos en los últimos años y que todavía se siguen produciendo. Los partidos seleccionarían mejor sus propuestas, valorando más la idoneidad, la capacidad y los comportamientos éticos de los candidatos. Las personas candidatas se pensarían más la aceptación de su candidatura. Los ciudadanos estarían mejor informados.

Uno de los compromisos para esta legislatura, adquirido por la mayoría de los partidos durante la campaña electoral, era la regeneración democrática del funcionamiento de las instituciones para corregir la opacidad y el alejamiento entre los ciudadanos y las instituciones democráticas. Si no se acuerdan y se implantan medidas efectivas de regeneración democrática, de transparencia y de apertura a la participación de los ciudadanos, será difícil combatir la corrupción y cambiar la política económica que cada día, aunque esté creciendo el Producto Interior Bruto como dice Rajoy, sigue generando más pobreza y desigualdad, incluso muertes.

Pero la legislatura ha empezado mal, ya con la elección de Rajoy como presidente del Gobierno, presidente del partido con más militantes implicados en casos de corrupción. Y con los primeros pasos de su gobierno, como la propuesta de Fernández Díaz, el chantaje a los partidos que han colaborado en su elección para que le aprueben su presupuesto con más recortes. Los vetos del Gobierno a iniciativas del Congreso no sorprenden, ya lo dijo Rajoy en la presentación de su candidatura. No va a ser fácil gobernar desde la oposición y cambiar la política desarrollada por el PP en la legislatura anterior, como quienes le votaron o se abstuvieron nos prometieron en la investidura.