El PP prometió en campaña electoral, como ya hizo cuatro años antes, que no iba a subir los impuestos. Dicho y hecho. Suben, de momento, los impuestos para el tabaco y las bebidas alcohólicas y azucaradas. También aumenta el impuesto de sociedades. Con estas medidas fiscales, el Gobierno espera recaudar 4.800 millones de euros. La lucha contra el fraude fiscal es otro de los pilares con los que el Gobierno de Mariano Rajoy espera aflorar 2.000 millones de euros más y cumplir con el objetivo de déficit.

Suben los impuestos y, sin embargo, nunca cumplimos con el objetivo de déficit, marcado por Bruselas y somos objeto, además, de sanciones.

Hace cuatro años, la excusa para recortar los derechos sociales y subir los impuestos era la herencia recibida del Gobierno de ZP y la grave crisis mundial. Con cuatro años de mayoría absoluta del PP, la situación no se ha revertido sino que, además, la deuda pública española supera por primera vez, el 100% del PIB y las pensiones peligran.

El Gobierno ha hecho unas previsiones muy optimistas de creación de puestos de trabajo para el próximo año, que más que unas cifras basadas en parámetros realistas son una quimera. Entre otras razones porque las previsiones de crecimiento de nuestra economía se han ralentizado y las incertidumbres políticas lejos de decrecer han aumentado, tras la victoria de Donald Trump en EEUU. En breve hay elecciones en Francia y Alemania. Italia celebra este domingo un referéndum de reforma constitucional, donde Renzi ha anunciado que dimitirá si pierde el plebiscito.

Con tantos frente abiertos, hay que ser moderadamente prudentes y no lanzar las campanas al vuelo.

No soy economista, pero es fácil comprender, incluso, para los que somos algo zopencos con los números, que si no crece la economía no se crean puestos de trabajo. Se destruyen como está ocurriendo. Subir nuevamente el impuesto de sociedades a las empresas, que son las verdaderas creadoras de puestos de trabajo, es tirar piedras sobre el propio tejado.