El sábado me desperté con un wasap, un breve comentario y un archivo de sonido: un cargo de la Conselleria de Sanitat, el comisionado del Hospital de Alcira, vendía, a su auditorio, el proyecto de la reversión pública del Hospital de Alcira. Creo que puedo repetir, meses después de haberlo escrito por otro asunto, que «la grabación era clara no solo por su calidad técnica, sino por la ética que destilaba, la que continua siendo la esencia de una forma de funcionar» (Levante-EMV, 17/06/16). Pronto leí en este diario la noticia a la que se refería el wasap, donde era expresivo el subtítulo «José Sanfeliu dice que no se expresó "adecuadamente" y que "lo que se hará es una bolsa similar" a la del resto de hospitales públicos». No veo torpeza, pues sus primeras palabras eran coherentes con la gestión actual y formarían parte de los argumentos que le sugirieron para defender el asunto; el escándalo, hace seis meses, de las grabaciones del Hospital Clínico, y otras actuaciones hace que no sea nada nuevo, solo otra voz, otro tema, pero la misma ética.

El escaso valor de Sanfeliu para la élite gobernante ha provocado la rápida aceptación de su dimisión. Antes, otras expresiones ofensivas se habían justificado como lenguaje coloquial. Ahora quieren demostrar la salud troncal, que la podredumbre está fuera, anida en alguna rama y la amputan; pero los sucesivos escándalos que han afectado ya a todos los niveles de esa conselleria lleva a pensar que es un problema germinal, que anida, como el picudo rojo, en el tronco de las palmeras, hasta que las mata. Tantas resoluciones aberrantes, tantas situaciones esperpénticas, son incompatibles con una explicación superficial.

La noticia permite otras reflexiones: La reversión del modelo Alzira, por el camino en que se han instalado, ¿qué significa? La percepción es que buscan trofeos para su propaganda, mientras la eficiencia de la sanidad la dinamitan; no les preocupa. Quieren trofeos y repartirlos de forma opaca a «familiares y amigos», contaminados hasta las cejas de intereses privados, los que dicen que quieren soslayar, pero que protegen desde su capacidad discrecional de generar, ex profeso, nuevas normas. La sanidad avanza hacia la insostenibilidad.

Una «sanidad universal, gratuita y de calidad» es un objetivo compartido y deseable; cómo conseguirlo necesita un nivel de conocimientos y ética elevados. La gestión privada es una oportunidad de negocio para las sociedades de capital/riesgo, que buscan beneficio con un aprovechamiento egoísta de los recursos, tanto materiales como de personal. En el caso Alzira, el modelo ha estado escandalosamente defendido y protegido por maniobras político-económico-administrativas de los gobiernos del PP. La gestión pública debe aprovechar todos los recursos solo para el beneficio social; pero tiene que buscar la sostenibilidad, desterrando corruptelas, y teniendo claro que significa, que limites tiene y como se consigue una sanidad «universal, gratuita, de calidad y sostenible». No veo que se avance con rectitud y claridad.