Decían de Juan de Mena que de tanto leer y poco dormir se le secó el cerebro. Y esto es lo que les ha pasado a los economistas de la OCDE en sus recomendaciones para estimular el empleo estable y el desarrollo en España. La empanada es de órdago ya que ellos desde su sillón nos recomiendan subir la contribución, el IVA y los carburantes, el despido libre y aumentar la edad de jubilación. En resumen, un Estado rico con unos ciudadanos cada vez más pobres. Valiente futuro.

No han reparado en que un recorte a nuestros bolsillos significaría menos consumo, menos gasto familiar, menos ahorro, menos reformas, menos inversión, menos renovación tecnológica y menos contratación de empleados y más despidos. Porque la economía española la mantienen las pymes, los profesionales, los trabajadores y los jubilados. Cuanto más dinero y más gasto, más recaudación de impuestos.

Por eso lo que hace falta es todo lo contrario. Un Estado más pobre y honesto con una poda de parásitos, asesores y entidades públicas inútiles, con unos ciudadanos lo más ricos posible para que compren, reformen, ahorren e inviertan. En definitiva, que se muevan en viajes, modas, propiedades, caprichos, vehículos y mejora de la tecnología empresarial. O sea, incrementar el gasto de las familias porque cada operación es recaudación de impuestos y cuando más operaciones, más impuestos.

El problema es que nuestra situación la contemplan desde la óptica de sus países más desarrollados tecnológicamente y puede que para ellos fuera una solución. Pero en España, con pocas empresas innovadoras y punteras y con una inversión en I+D+i menor del 1,5% , la receta sería el suicidio. Porque somos una sociedad mayoritaria de segundo o tercer nivel, que solo ha tenido un boom económico cuando ha funcionado a tope el sector de la construcción como cabeza del desarrollo de todos los demás. Hemos visto que cada vez que cae la construcción se hunde nuestra economía. La construcción significa empleo seguro para mientras dure la obra y abre la puerta a todos los demás sectores. Lo otro son historias.

Para pasar a ser una sociedad europea de grandes empresas innovadoras hay que invertir al menos durante unos veinte años un 3 % del PIB en I+D por parte de Estado, porque las empresas también deben hacer lo mismo. Y nosotros tenemos pocas patentes en activo. No llegan a 500 mientras que hay empresas europeas que tienen 30.000 y eso hay que pagarlo.

Es curioso que en el informe no aparezca la necesidad de la rebaja del precio de la energía y les parezca estupendo que nos estrangule vivos. Porque a cada incremento del precio de la energía, los empresarios han de responder con rebajas en los salarios para salvar a su empresa. Aquí la ecuación es clara, o energía o empleo, porque un empresario no puede rebajar los costes fiscales, ni de almacenaje, ni del transporte. Solo puede responder con una fuerte inversión tecnológica o con la rebaja de los salarios o el empleo. Y de eso no se han querido enterar. O sea que para la OCDE lo adecuado es un Estado rico, unos empresarios y ciudadanos pobres pero cony unas empresas de energía boyantes. Toma del frasco, Pedrín.