Ellen Johnson Sirleaf fue elegida presidenta de Liberia en el año 2005 y se convirtió, también, en la primera mujer presidenta electa en África. Para muchos era «el rostro de la esperanza en el continente del olvido».

Años después, en el 2011, recibió el Premio Nobel de la Paz. En su discurso ocupó un lugar central la lucha por los derechos de las mujeres y las niñas y recordó a todas las mujeres que habían recibido este Nobel. No le empleó mucho tiempo, ¡son tan pocas!. Como excepcionales siguen siendo las mujeres presidentas o primeras ministras, a pesar que las mujeres somos la mitad del género humano.

Mucho se ha escrito, pensado y analizado sobre las causas de esta permanente exclusión de las mujeres en los espacios de toma de decisión, el llamado techo de cristal. Y en ello andamos, intentando romper ese techo que en muchas ocasiones se nos antoja de cemento armado.

Las mujeres socialistas han sido un motor de transformación en el PSOE, propiciando cambios y políticas, dentro y fuera de la organización; lucharon por las cuotas y terminaron conquistando la paridad. Hoy nadie puede poner en duda que las políticas más innovadoras y avanzadas a favor de la igualdad real tienen el sello socialista. Ahora, toca hacer realidad la apuesta por un partido feminista, donde las mujeres no sólo estén, sino que ejerzan el poder real y no delegado y para ello hay que dar un paso al frente, y entrar en el terreno de la disputa democrática.

En el proceso de primarias socialistas, Susana Díaz ha dado el paso, y no oculto mi alegría por ello, ni el deseo de que una mujer sea, por primera vez en la historia de mi partido, su secretaria general. Otras lo intentaron antes, pero ninguna alcanzó la meta, y no fue por falta de liderazgo, inteligencia o capacidad.

Creo que Susana Díaz puede ser una gran lideresa del PSOE porque no toca de oídas, conoce la organización y tiene una gran gestión sobre sus espaldas. En los momentos más duros de la crisis y con el viento en contra sostuvo los servicios públicos, defendió como una jabata los pilares del Estado de bienestar, y la igualdad es la brújula que guía su compromiso político.

Y sí, es una mujer valiente que pide una oportunidad para liderar el partido que más se parece a España. Una compañera feminista consciente de que con ella cabalgan los sueños y anhelos de muchísimas mujeres dispuestas a romper techos, superar fronteras y salir del lugar de lo no-pensado.

Últimamente oigo decir que no es necesario ser mujer para defender la igualdad. Ni varón para liderar el PSOE, añadiría yo, porque el gran reto es saber si estamos preparados y dispuestas para que las mujeres puedan alcanzar uno de los espacios que más resistencia genera, el espacio del liderazgo, el del poder. El partido socialista tiene 138 años de historia y, tal vez, llegó la hora de las mujeres.