Grupos sociales marginados que "antes eran drogodependientes", ahora se decantan por la frenética asistencia a los gimnasios. Por otro lado, locales con diversidad de instalaciones: banco press, poleas cruzadas, paralelas, dorsaleras, ofrecen opciones optimizadoras del tiempo libre a cuantos desempeñan trabajos sedentarios. Lo espinoso del asunto es lo citado en primer lugar, el hecho de que muchas de estos establecimientos se hayan convertido en punto de encuentro de individuos, exentos de obligaciones contrastadas, que van más allá de la aconsejable puesta a punto. "Algunas personas, toman los ideales o desideratums, como si fueran objetivos finales, y se juzgan desde tal posición", diagnostica el licenciado en psicología, Carlos Baeza Villaroel. De tal manera que algunos gimnasios, en ciertos entornos urbanos, han cobrado mala fama por el abuso que hacen de ellos tan peculiar clientela, desvirtuando el mensaje fundacional del negocio. El ejercicio descongestiona, tanto en lo físico como en lo psíquico y los gimnasios ofrecen terapéuticas sesiones a medida del usuario responsable: marcha sobre cinta rodante, pedaleo en bicicleta estática, pilates, kizomba, pesas. Joana Bonet, actual directora de un suplemento de arte y moda, en su libro "Hombres material sensible" expone ejemplos que ilustran el apartado "Secretos de sumario" escribiendo que, "la apariencia física y la noción del reflejo que les da el espejo acerca de su imagen, es vinculante al éxito o al fracaso de sus conquistas, no tan sólo amorosas sino también la de su propia autoestima".

El delincuente Niño Saez, "convertido en carne de gimnasio", murió en Madrid, tiroteado en plena calle, al estilo de los clanes mexicanos. Es uno de los casos en los que la carrera delictiva iniciada como butronero, alucinero, reventador de cajas y ladrón de coches de alta gama, deriva en el mercado de la droga, robando a los traficantes; "hacer vuelcos es tendencia", comenta el inspector jefe de policía Carlos del Valle al ser entrevistado. Hay malhechores que han dejado atrás sus raterías, subiendo el listón hasta el punto de hacerse con envíos destinados a mafias colombianas o dominicanas y estas, finalmente, los ponen en la mira de sus armas. El citado agente aseveraba que: "El centro neurálgico de la delincuencia, hoy en día, son los gimnasios", donde consiguen la exagerada musculación que les reafirma en el liderazgo de su entorno social; "básicamente son los reyes del barrio". Una vez metidos en tales faenas, "la mayoría no saben retirarse a tiempo". Saben que para pavonearse del potencial delictivo que poseen, nada tan eficaz como lucir un formidable físico conseguido a base de muchísimas horas de gimnasio y preparación espartana. "Adquieren una fama y cada vez quieren más; siempre vuelven al barrio donde tienen esa fama".

Jóvenes hipnotizados por mensajes hedonistas combinan el ansia de inclusión en sociedades predominantes, con la necesidad silenciada de autoafirmación, prestándose a sesiones extenuantes en el gimnasio que les dotan de atributos valorados por conocidos, compañeros o vecinos. Kick boxing, muay thai, boxeo, jiu-jitsu, judo, taekwondo, capoeira, cincelan cuerpo y carácter a la medida, ajustándose al contexto vital del practicante. "Durante sus estancias en Atenas, antes y después de casarse, Juan Carlos practicó karate con su cuñado Constantino. Bell, el monitor era curiosamente un teniente coronel americano y agente secreto de los servicios de DIA, la inteligencia militar. En aquél tiempo la práctica del kárate en España estaba prohibida a los civiles. No había gimnasios públicos. Su aprendizaje se reservaba a militares y fuerzas policiales de élite", ("El precio del trono". Pilar Urbano).

José Ferrater Mora, en su Diccionario de Filosofía de bolsillo, apunta que "todo hedonismo, bien entendido, exige un cálculo de placeres". Tal referencia es aplicable a otro de los incentivos que mueve al usuario habitual del gimnasio, y que no es otro que la placentera posterior admiración. Köning afirmaba que, en el siglo veinte, "aparece la moda de la salud rebosante, de la actitud erguida, de la piel bronceada tanto en hombres como en mujeres; se añade a la moda el aspecto deportivo, unido a cierta expresión radiante del rostro, que se puede observar sobre todo en el cinematográfico "keep similing" y en el "glamour" de políticos y personalidades". Bernardino Lombao, entrenador del ex presidente Aznar, en entrevista para "La Voz de Galicia" (19/ 04/ 2015), confesaba que lo mejor es: "Cuidar la alimentación, reírse, dormir nueve horas al día y hacer ejercicio. Pero nada de máquinas de gimnasia para trabajar los bíceps".

En moda, publicidad e internet, es desaforada la utilización de arquetipos de belleza, de ideales mercantilizados en los que se ven atrapadas millones de personalidades inmaduras, constantemente manipuladas por estrategias que inculcan como primordial fin, el de gustar. "Se está creando una sociedad de emociones", argüía la periodista Rosa María Calaf, a sus setenta y dos años, en la charla coloquio celebrada en la Biblioteca de la Dona. Una afirmación que replica al constante bombardeo que las personas sufren sobre la importancia de la perfección, de la juventud, del atractivo y la esbeltez; cepo que fácilmente atrapa, sobre todo, a los adolescentes sumiéndoles, tanto a chicos como a chicas, en los terribles abismos de la anorexia y bulimia, enfermándoles hasta el punto de no concebir resoluciones sanas.

El organismo es agradecido para con quien lo cuida; Rosàngeles Valls, coreógrafa y Premio Nacional de Danza, en el festival 10 Sentidos, declaró: "Me siento más potente que cuando tenía veinte años; ahora puedo plantar cara a muchas cosas". Hoy en día, los espacios de reunión son otros, y diferentes perfiles de personas gustan de conectar en el gimnasio, laboratorio idóneo donde poder conseguir un torso dominante, bíceps, tríceps, abdominales, glúteos, cuádriceps y aductores sorprendentes y muslos definitivos. El escritor Juan José Millás sentencia: "Tu territorio real, es tu territorio mítico". Alguna fórmula ha de existir que pueda ser aplicada, sin ser maleada por los intereses, que ejercite valores menos superficiales, o por lo menos mantengan vigente un tanto por ciento aceptable de valiosos conceptos que, además alimenten el centro neuronal de la recompensa y no sean los intrínsecamente ligados al físico con su invariable caducidad. La adicción al gimnasio, como cualquier otra dependencia es patológíca, y se agrava en ciertos ambientes y en singulares situaciones.

Hombres y mujeres, antes que con la palabra, se comunicaron mediante otros instrumentos de relación, haciendo posible la transmisión de emociones: gestos, signos visuales y la totalidad del cuerpo constituía, y aún constituyen, el idioma global más eficaz; posteriormente, a medida que la civilización transcurría agotando etapas históricas, se fueron ampliando los medios de lanzar mensajes y conjuntamente con el habla, se vienen a valorar otras manifestaciones que definen estatus, creencias y cultura. Actualmente, el lenguaje corporal prevalece. Mediante el culto al músculo se abren puertas en diversos ámbitos, tales como despachos ejecutivos, donde es valorado el profesional de porte firme y pecho contundente, tanto o más que entre pandilleros y rufianes.

Según estudios, a los aproximadamente ocho meses, es cuando el bebé adquiere conciencia de su unidad corporal, reconociendo como suyo el piececito con el que juguetea; a partir de ahí, cada cual se identifica con su cuerpo y, más adelante aparecen, las ansias de su modelación e utilización. Impactos, circunstancias y disfunciones de diversa índole marca el destino de lo que haremos con nuestro cuerpo. Isabel Infante Durana, en mil novecientos ochenta y seis, en su investigación sobre el lenguaje de rostro y gestos, citaba como ejemplos a estrellas cinematográficas y políticos, de estos últimos apuntaba: "La figura política cuida su imagen, aprende a manejar el gesto, la expresión de su cara y de su cuerpo, en beneficio de sus íntimos objetivos; hacerse entender desde su propio código, o bien desde la minuciosa construcción de un estereotipo."

Los gimnasios reciben a deportistas de excepcionales cualidades como el maratoniano griego, incansable y casi insomne Dean Karnazes que, tras descubrir su don alega: "Fue una forma de escapar de la cárcel que me había construido, todo en mi vida cambió. Entreno mucho en el gimnasio". Gimnasios bien utilizados hacen posible que cuerpo y mente estrechen su amistad; ambos bienes han de ser cultivados, uno mediante la práctica de enseñanzas físicas, el otro a través del aprendizaje cognitivo incluido el filosófico, tan desmerecido actualmente en el sistema de enseñanza español; "La juventud capta el espíritu rebelde y libre de la filosofía", (Nacho Pereda, cantautor). Remontando a la génesis del gimnasio, en la Antigua Grecia, este era, "el lugar donde se educaba a las personas".